El último jefe criminal que logró agrupar bajo su mando al 90 % de las bandas del Valle de Aburrá, envejecerá en una fría celda de E.U., tras una condena de 25 años proferida por la Corte del Distrito Sur de Nueva York. Así termina la carrera delictiva de Ericson Vargas Cardona, alias “Sebastián”, el máximo cabecilla de la banda “la Oficina”.
La sentencia fue por los cargos de conspiración para importar a EE.UU. cinco kilos o más de cocaína y por uso y porte de arma de fuego para promover el tráfico de narcóticos, según su abogado David Wikstrom, quien lo asesoró para firmar en abril de 2015 un acuerdo de culpabilidad con la justicia estadounidense.
Gracias al trato, Vargas se salvó de una sentencia superior a 40 años, pues le suprimieron de la acusación (indictment S1-11 Cr.349) otros dos cargos por conspiración para distribuir cocaína y llevar explosivos durante la comisión de un delito federal.
El narcotráfico, sin embargo, no fue el principal delito de “Sebastián”, y de ello dan cuenta las tumbas y esquinas de la ciudad, que lo vieron nacer en el sencillo hogar de un zapatero, el 13 de octubre de 1973.
El favorito de los capos
Creció entre los barrios La Milagrosa, Buenos Aires y El Salvador. Poco a poco, desde montar en bicicleta por las calles empinadas del oriente de Medellín, hasta crear empatía con los sicarios que en su momento serían los jefes de bandas posteriores a la generación de Pablo Escobar, “Sebastián” escaló a lo más alto que podía un muchacho callejero: los salones principales de “la Oficina de Envigado”.
Lo tuvieron en sus “caros afectos” los hijos de la cúpula del narcotráfico antioqueño. Era invitado frecuente a fiestas y disfrutaba de los favores y de las concubinas de los grandes capos. Fue tanta la influencia, el poder y el aprecio del que gozó “Sebas” (como le decían los allegados), que pudo escoger entre algunas de las modelos más cotizadas del país, para tenerlas a su lado como lo hizo un antecesor suyo en la línea de mando de “la Oficina”, un entrenador de fútbol de barrio de la comuna nororiental: alias “Douglas”.
“Sebas” tuvo el tacto y la inteligencia para emparentarse con los príncipes del hampa: a él y a su hermano menor Franklin los llegaron a respetar los herederos de la mafia en las lomas del centroriente, pero también en El Poblado. Dieron el salto de las rumbas de vecindarios populares al jet set de la mafia local. Se prestaban sus Rólex y mujeres con los herederos del “traqueteo paisa”.
La primera vez que aparecieron en un expediente judicial fue el 26/7/96 (radicado 342129), sindicados por instigación para delinquir y constreñimiento, en el marco de una investigación de la Fiscalía contra un combo del barrio El Salvador.
Residentes de la zona recuerdan que eran muchachos “buenos” que jugaban baloncesto pero que, poco a poco, escalaron en las grandes ligas del crimen, con “don Berna” y lo que luego sería el régimen paramilitar implantado por el bloque Cacique Nutibara, un apéndice funcional al narcotráfico, y los sucesores de la “mafia de Pablo” que en Manrique con “la Terraza”, y en Buenos Aires con alias “Ronald” (asesinado por la misma “Oficina”) impusieron su régimen en las calles.
Un breve reinado
Los hermanos Vargas Cardona subieron al trono de la organización más peligrosa del Valle de Aburrá en 2008, cuando su patrón Diego Murillo (“don Berna”) fue extraditado y luego condenado a 31 años en E.U. Sus principales lugartenientes fueron “Fredy Colas”, “Chaparro” y “Teletubi”.
Ese ascenso lo sufrió Medellín, pues se produjo una guerra entre ellos y las huestes de Maximiliano Bonilla (“Valenciano”), otro cabecilla que se atribuyó el derecho de reclamar la corona de “Berna”.
La guerra se prolongó hasta 2011 y, según los registros de Medicina Legal, en esos cuatro años produjo al menos el 80% de los 6.932 asesinatos y 23 masacres perpetradas en Medellín. Las fuerzas de “Sebastián” se impusieron en el bajo mundo, aunque él no logró disfrutar su jefatura.
A su hermano Franklin lo arrestaron el 17/2/12 y lo sentenciaron a 16 años por tráfico de armas, concierto para delinquir y uso de documento falso. Ericson cayó seis meses después (08/8/12), cuando se ocultaba en una finca de Girardota. Al año siguiente lo extraditaron.
Luis Guillermo Pardo, gerente de Paz de Antioquia, opina que “cuando extraditaron a estos cabecillas paramilitares, también se extraditó la verdad. La lógica de la justicia estadounidense es distinta a la de aquí, esto afecta la verdad y la reparación y no contribuye a la paz en nuestro país”.
En Colombia tiene investigaciones abiertas por concierto para delinquir y tráfico de armas, y sus víctimas critican que sea en otra nación donde pague la pena. Ellas demandan sus testimonios y la verdad de sus crímenes en Medellín, donde trabajó a órdenes del narcotráfico y del paramilitarismo por igual.