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En un mural las calles de Medellín y de París trazan un mismo mapa

Un artista y un colectivo de gestores culturales trabajan en esta pieza en el centro de Medellín.

  • Takir ha pintado muros en varios países de Europa. Además, tiene un vínculo muy estrecho con Medellín: cada año pasa largas temporadas en la ciudad. FOTO esneyder gutiérrez
    Takir ha pintado muros en varios países de Europa. Además, tiene un vínculo muy estrecho con Medellín: cada año pasa largas temporadas en la ciudad. FOTO esneyder gutiérrez
  • Gestores de diferentes Alianzas Francesas de Latinoamérica ayudaron en la realización del mural. FOTO esneyder gutiérrez
    Gestores de diferentes Alianzas Francesas de Latinoamérica ayudaron en la realización del mural. FOTO esneyder gutiérrez
08 de diciembre de 2022
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Son un grupo de 25 gestores, trabajan en la promoción de la cultura y la lengua francesa. Toman latas de aerosol, se ríen en otro idioma, dejan marcas en el muro blanco de la Alianza Francesa de Medellín. Trazan corazones, escriben sus nombres y los países de los que vienen: Ecuador, México, Paraguay, Nicaragua, Haití, República Dominicana. No todos son franceses, pero en este grupo la mayoría sí lo es. Prestan poca atención a Tarik Bouanani, el artista encargado de orientar el trabajo colectivo y de darle forma y fondo al mural que queda en La Oriental, detrás de la Alianza Francesa —Cra. 49 N. 44-94—. Tarik insiste hasta que logra un mínimo de cuidado de la audiencia. Enseña a presionar el dispensador de pintura, a maniobrar las latas. La pintada hace parte del cronograma del Laboratorio Alianzas Sonoras, el encuentro anual de las Alianzas Francesas de América Latina, Central y del Caribe. Medellín es la sede de la segunda edición. La primera tuvo lugar en Santo Domingo, República Dominicana, en 2021.

El artista

El martes seis y el miércoles siete de diciembre el mural apenas era un nudo de trazos verdes en una superficie blanca. Y no tenía título. Tarik hizo el boceto en lápiz y empleó cinta de papel para marcar la guía de los dibujos. Una vez se termine la obra, los viandantes podrán ver un paisaje que mezcla la arquitectura de Medellín —salvaje, fuerte, caótica, en palabras del artista— con la de París. En un extremo de la pintura se ve el metro que se interna en una urbe con la forma de laberinto. Las siluetas y los contornos recuerdan los grabados de M. C. Escher —un holandés de finales del siglo XIX y parte del XX— y también las páginas de algunos cómics de ciencia ficción.

En esta obra Tarik usará una de sus dos firmas, la de Takir. Esta la emplea en sus trabajos de muralismo, se puede ver en paredes de Francia, España, Italia —en la mítica Pompeya— y Colombia. Para no ir muy lejos su estilo y su rúbrica le dieron color a uno de las casetas externas del metro de Medellín, en pleno centro. También en algunas de las fachadas del barrio El Pesebre, de la comuna 13. Uno de los puntos del grafitour es el mándala con la palabra vida que Tarik pintó hace unos años.

La otra firma está en los grafitis hechos en puentes, edificios abandonados, paredes del metro de París. No la revela, no dice que es suya. Al saber de su interés por el dibujo, un amigo de la adolescencia llevó a Tarik a un lugar alejado de la vista de los vecinos para introducirlo en los diseños y los códigos del grafiti. Takir reconoce que pintar a escondidas de los padres, de la policía, de la autoridad, es algo seductor en la juventud: le da dosis de adrenalina y rebeldía a quien empuña el aerosol. “En un momento de crisis de la existencia, de la lucha contra la escuela, contra los papás, el grafiti es una manera de decir hago lo que quiero”.

La insolencia de pintar en las paredes suele ser castigada, en particular en ciudades de larga historia y patrimonio arquitectónico por todas partes. No se ve con gusto que un muchacho intervenga una casa de un siglo o más de historia. Al menos a principios del decenio de 2010 así eran las cosas en Francia.

Takir tiene ancestros de Centroamérica. Por eso, en su primera visita a Colombia —entre 2012 y 2013— no naufragó por completo en el español. Vino a Medellín a tomar unos cursos de arte en la Universidad de Antioquia. En ese entonces estaba matriculado en la Ecole des Beaux-Arts en Lorient. Acá conoció una ciudad con un centro vibrante —”la gente sale muy temprano de sus casas y regresa muy tarde a ellas”, dice—, con unas plantas que rompen la paleta cromática del cemento y el ladrillo. También conoció un ambiente más tolerante con el arte urbano y el grafiti. “Aquí se puede trabajar más fácil un muro: mis primeras experiencias de pintura aquí fueron muy buenas porque la gente nos regalaba gaseosa, comida. En Francia por esos años estaban más interesados en llamar la policía”.

En Medellín Takir conoció a María Camila Moreno, su actual pareja. En 2017 emprendió con ella la tarea de pintar las fachadas de El Pesebre. Desde entonces el vínculo entre ambos ha sido el del amor y el del artista con la gestora de proyectos. Para ganarse el pan y para pagar las cuentas, el artista invierte su tiempo en la creación y en el rastreo de fuentes de dinero. “El artista no solo pinta, debe hacer muchas cosas que están detrás pintar un mural. El mural es apenas un cinco por ciento del tiempo real”, dice. Salvo para las firmas de postín, vivir del arte es un desafío cotidiano. En términos laborales, no hay nada fijo. Hay rebusque y contactos.

El año de Takir está dividido en dos: nueve meses los pasa en París y los tres restantes en Medellín. Acá viene para las fiestas navideñas: así escapa del rigor del invierno europeo y se contagia de la algarabía de las montañas y el trópico. Nutre su mirada de las fachadas perfectas de las casas construidas en las laderas. De una ciudad cuya geografía está en permanente cambio. También aprovecha para difundir su obra: este mural, por ejemplo, lo pinta gracias al trato que hizo con Lila Chaloyard, la coordinadora cultural de la Alianza Francesa de Medellín.

Gestores de diferentes Alianzas Francesas de Latinoamérica ayudaron en la realización del mural. FOTO<b> esneyder gutiérrez</b>
Gestores de diferentes Alianzas Francesas de Latinoamérica ayudaron en la realización del mural. FOTO esneyder gutiérrez

El mural

El rojo es el color que más sufre el clima y el humo. Al poco tiempo ha perdido fuerza. El azul y el verde resisten mejor. Por eso Takir ha consolidado un estilo acorde con las exigencias de la calle. Sin embargo, por su propia naturaleza de arte abierto, el mural está expuesto a todo tipo de contingencias, de accidentes. Incluso, en este muro, debajo de la capa de pintura blanca, hay otros murales, otros diseños.

El mural todavía no tiene título: lo tendrá el viernes, cuando lo terminen. Y será el público quien lo confirme o lo vuelva una mancha en el telón de Medellín.

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