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Medellín Music Lab: una nueva generación que compone el sonido de la ciudad

Desde el tango hasta la electrónica, pasando por el afrobeat y la producción digital, este programa público impulsa a jóvenes que convierten su talento en proyectos sostenibles. Un laboratorio de creación donde la música se vuelve oficio, encuentro y futuro.

  • En los laboratorios de Medellín Music Lab, compositores y productores trabajan juntos para crear canciones inéditas. FOTOS cortesía Alcaldía
    En los laboratorios de Medellín Music Lab, compositores y productores trabajan juntos para crear canciones inéditas. FOTOS cortesía Alcaldía
  • Andrea y Juano Agudelo, hermanos violinistas y creadores de Good Dello, mezclan música electrónica y cuerdas en una propuesta que nació en Medellín Music Lab. FOTO archivo particular
    Andrea y Juano Agudelo, hermanos violinistas y creadores de Good Dello, mezclan música electrónica y cuerdas en una propuesta que nació en Medellín Music Lab. FOTO archivo particular
  • Productora y docente, Cami Granados rompe esquemas en un campo dominado por hombres. En el laboratorio aprendió a combinar técnica, creatividad y gestión artística. FOTO cortesía
    Productora y docente, Cami Granados rompe esquemas en un campo dominado por hombres. En el laboratorio aprendió a combinar técnica, creatividad y gestión artística. FOTO cortesía
  • Con solo 14 años, Josué Álvarez es el participante más joven del programa. En Medellín Music Lab descubrió su vocación como compositor y cantautor. FOTO cortesía Familia Álvarez
    Con solo 14 años, Josué Álvarez es el participante más joven del programa. En Medellín Music Lab descubrió su vocación como compositor y cantautor. FOTO cortesía Familia Álvarez
  • Cantante de tango y defensor del legado de Gardel, Lucas Murillo representa la fuerza joven que mantiene vivo este género en Medellín. FOTO archivo particular
    Cantante de tango y defensor del legado de Gardel, Lucas Murillo representa la fuerza joven que mantiene vivo este género en Medellín. FOTO archivo particular
01 de noviembre de 2025
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En Medellín, la música no solo es una excusa para parchar, sino una oportunidad de vida. Desde 2024, el programa Medellín Music Lab ha formado a más de 480 jóvenes y acompañado la creación de ocho proyectos artísticos que hoy suenan en festivales como La Solar, Viva la Salsa y Ritvales.

En solo un año, sus artistas han ofrecido más de 100 presentaciones y generado 80 millones de pesos en ingresos, cifras que demuestran que la cultura también puede ser un modelo de sostenibilidad.

“El programa convierte el talento en oportunidades reales”, comenta a EL COLOMBIANO el secretario de Juventud, Ricardo Jaramillo. Con alianzas con Warner Chappell, Universal Publishing y HYBE Latin America, el laboratorio combina formación técnica, producción y proyección internacional para que los jóvenes vivan de su arte.

Pero detrás de esas cifras hay rostros y vidas distintas: dos hermanos que mezclan violines con tornamesas, un adolescente que compone afrobeat entre tareas y ensayos, una productora que rompe esquemas en la música electrónica y un cantante de tango que reafirma que Medellín sigue mirando hacia el pasado para reinventar su futuro a diario.

Sus historias muestran lo que el programa busca: una ciudad donde todos los géneros y generaciones encuentren escenario. Parece que Medellín Music Lab no solo enseña a crear música; también enseña que los sueños se hacen realidad.

Good Dello: dos hermanos y un mismo sueño

Andrea y Juano Agudelo, hermanos violinistas y creadores de Good Dello, mezclan música electrónica y cuerdas en una propuesta que nació en Medellín Music Lab. FOTO archivo particular
Andrea y Juano Agudelo, hermanos violinistas y creadores de Good Dello, mezclan música electrónica y cuerdas en una propuesta que nació en Medellín Music Lab. FOTO archivo particular

Los hermanos Andrea y Juan Óscar Agudelo crecieron rodeados de música. Desde niños hicieron parte de la Red de Escuelas de Música de Medellín donde, como recuerda Andrea, aprendieron “todas las bases como músicos, pudimos compartir experiencias con directores de talla mundial y fue un proyecto social muy bonito”. Ella empezó a tocar violín a los siete años y poco después Juano, como le dicen sus amigos, siguió el mismo camino.

Años más tarde, cada uno tomó una ruta distinta. “Juano decidió estudiar música profesionalmente en la academia, entró a la Universidad de Antioquia y yo estudié Comunicación Gráfica Publicitaria, pero la música siempre permaneció en mi vida”.

Durante la universidad creó una marca y le propuso a su hermano hacer de ella un proyecto musical. Así nació Clave de Dos en 2014. “Empezamos a tocar en matrimonios y eventos corporativos [...] fuimos creciendo y hoy en día vivimos de eso”.

Pero la pandemia detuvo su trabajo y abrió otra pregunta. “¿Qué queríamos hacer con nuestro arte, con nuestro sonido?” Esa pausa dio origen a Good Dello, un proyecto en el que mezclan violines y tornamesas. “Es un híbrido, no netamente música electrónica”, comenta Juano.

En las audiciones de Medellín Music Lab, su propuesta sorprendió. “Impactó demasiado en esa audición, incluso los jueces se levantaron y nos aplaudieron”. Para Andrea, el programa “fue como un puente. Pudimos aprender muchas cosas nuevas, sobre todo de la industria de la música y encontrar oportunidades reales dentro de la escena”.

Entre las audiciones en abril y los laboratorios de producción, en octubre, llegó una oportunidad única: el festival de música electrónica Ritvales. “Se postularon dieciséis DJs y nos llamaron para una audición en Salón Amador [...] finalmente lo logramos y estamos dentro de los ocho”, cuentan.

Los hermanos Agudelo (Good Dello) abrirán el escenario en Parque Norte hoy domingo, un logro que, dicen, es solo el comienzo: la prueba de que la constancia, más que el azar, marca el ritmo de los sueños de jóvenes que aman el arte y la música en la ciudad.

Camila Granado, una productora que rompe esquemas

Productora y docente, Cami Granados rompe esquemas en un campo dominado por hombres. En el laboratorio aprendió a combinar técnica, creatividad y gestión artística. FOTO cortesía
Productora y docente, Cami Granados rompe esquemas en un campo dominado por hombres. En el laboratorio aprendió a combinar técnica, creatividad y gestión artística. FOTO cortesía

Desde los 10 años, María Camila Granado Lopera encontró en el piano su primer lenguaje. “Empecé en la música desde muy chiquita”, recuerda. Al principio fue un pasatiempo, pero a los 15 decidió tomárselo en serio.

Así, decidió tomar su primer estudio técnico en la Academia de Música Atempo, lugar donde hoy enseña a otros jóvenes, descubriendo también su vocación docente. “Cuando terminé ese curso salí con énfasis en pedagogía musical y comencé a enseñar piano”.

El siguiente paso fue decidir si continuar por otro camino o dedicarse por completo a la música. “Pero me decidí por seguir en la música”. Se dedicó a pulir sus conocimientos para la industria musical con un programa donde aprendió a “musicalizar escenas, hacer música para videojuegos y producir”, lo que la llevó a especializarse en música electrónica, especialmente en el género Electronic Dance Music (EDM). Bajo el nombre artístico Cami Granados, ha realizado live sessions y toca guitarra y piano en una banda de la escuela donde se formó.

Su entrada a Medellín Music Lab llegó casi por casualidad. “En redes encontré un video de Fico hablando del proyecto. Mandé un video mío produciendo en vivo, sin pensar que iba a quedar”. Pero la gran sorpresa llegó cuando fue seleccionada y descubrió que el programa incluía un diplomado en finanzas, derecho y marketing para artistas. “Aprendí muchísimo. Es un diplomado muy completo”.

Su audición marcó un punto de inflexión, pues “los jurados se sorprendieron: una mujer productora. Casi siempre son hombres los que producen”.

En los campamentos de creación vivió una de las experiencias más exigentes y enriquecedoras. Cuenta que hizo “cuatro canciones en cuatro días; cada una me sacó de mi zona de confort. Hice samba, bolero, reguetón y música andina”.

“En Medellín Music Lab encontré personas que se apasionan por lo mismo que yo. Creo que esto solo pasa en Medellín. Es una oportunidad única para conectar, aprender y abrirnos las puertas”. Y si tuviera que resumirlo en una frase, no duda en decir que “fue una experiencia muy enriquecedora; gané algo más valioso que cualquier premio: experiencia”.

Josué Álvarez, el más joven en MML

Con solo 14 años, Josué Álvarez es el participante más joven del programa. En Medellín Music Lab descubrió su vocación como compositor y cantautor. FOTO cortesía Familia Álvarez
Con solo 14 años, Josué Álvarez es el participante más joven del programa. En Medellín Music Lab descubrió su vocación como compositor y cantautor. FOTO cortesía Familia Álvarez

Tiene 14 años y una claridad poco común a su edad. “Desde muy pequeño supe que quería dedicarme al arte”, dice. Es el participante más joven de Medellín Music Lab, un espacio que considera “una gran oportunidad y un reto” porque le ha permitido “aprender mucho y conocer a personas muy tesas en ese ámbito: intérpretes, compositores y productores que me han acompañado”.

Su historia empezó con una batería infantil. Luego pasó por academias de música y actuación hasta que una profesora descubrió su voz. “Me dijeron que tenía una voz bonita, entonces mi mamá decidió cambiarme de academia y entré a Colombia Canta y Encanta”.

Con ese grupo ganó el Festival de saberes artísticos y culturales Cacique Tundama y, más tarde, ocupó el segundo lugar en el Ocobo de Oro 2022, dedicado a la música andina colombiana.

También ha participado en TV, primero en el reality La Voz Kids y luego en producciones como La Reina del Flow y Arelys Henao, experiencias que lo acercaron al escenario y la disciplina artística.

Hoy hace parte del Coro Renacer, de Codiscos, y del proyecto infantil Cataplum, con presentaciones en Comfama. En 2022 recibió una beca en The Musical Theatre School. Pero lo que más valora, dice, es haber encontrado en Medellín Music Lab “un lugar en donde puedo aprender y ser yo mismo”.

Allí descubrió su interés por la producción y la composición: “Este año empecé con la composición, ya tengo cuatro canciones propias. Quiero ser cantautor”.

De todo lo aprendido, rescata dos cosas: “Nos hablaron de todo el ámbito legal, yo estaba totalmente desinformado de esa parte y es lo más importante; sin lo legal no hay nada. Y también la marca personal, cómo quiero proyectarme y qué quiero transmitir cuando sea un artista reconocido”.

Pero la base de todos sus sueños y su inspiración es su familia, empezando por su madre, Natalia. “Mi mamá ha estado en todos mis procesos; incluso fue a una conferencia por mí cuando no podía faltar a teatro musical”, pero no se olvida de su padre, su hermana, sus abuelos y su novia como apoyos constantes.

La música de Josué se mueve entre el afrobeat y el pop fusión. “Quiero transmitir calma, tranquilidad, que mi música sea muy light, muy suave”. Y su mensaje para otros jóvenes resume su propio aprendizaje: “Tengan fe, esperanza y resiliencia. Si tú te lo propones, lo puedes lograr”.

Lucas Murillo: tango en clave de Medellín

Cantante de tango y defensor del legado de Gardel, Lucas Murillo representa la fuerza joven que mantiene vivo este género en Medellín. FOTO archivo particular
Cantante de tango y defensor del legado de Gardel, Lucas Murillo representa la fuerza joven que mantiene vivo este género en Medellín. FOTO archivo particular

A los 8 años, Lucas Murillo González descubrió un sonido que cambiaría su vida. En su casa sonaba rock y folclor argentino, pero fue la voz de Carlos Gardel la que lo deslumbró. “Desde esa edad empecé a prestarle más atención a la melodía que a las letras”, recuerda. Hoy, con 20 años, defiende el tango como un lenguaje vivo y en transformación. “Gardel sigue siendo la figura más alta, pero el tango necesita que sigamos experimentando, haciendo cosas nuevas”.

Su camino ha sido constante. Cantó en orquestas, trabajó con guitarristas y agrupaciones de la ciudad, y el año pasado decidió dejar su empleo para dedicarse por completo a la música. “Renuncié y empecé a vivir de esto”, dice.

En redes sociales, donde comenzó interpretando clásicos de Gardel, su imagen ya es reconocible: la estética del traje, el acento porteño y la voz que honra una tradición sin quedarse en la nostalgia. Pero imitar a Gardel fue solo un escalón. Ahora, dice, “hay ir un poco más allá del personaje”.

Su ingreso a Medellín Music Lab llegó por pura curiosidad. “Vi la convocatoria y al principio dudé, porque pensé que el proyecto se estaba encaminando al género urbano. Pero en realidad le estaban dando oportunidades para cualquier género y sacamos algo muy bueno”.

A mediados de mes, en los laboratorios, compartió con intérpretes, compositores y productores de estilos tan distintos al suyo, como el reguetón o la cumbia. “Fue una terapia de choque, pero lo llevamos adelante de una forma muy buena. Todos teníamos cosas distintas y algo nuevo salió de ahí”.

Lea también: Los pasos que está dando Medellín para ser la meca de música en América Latina

Durante las jornadas de grabación, los equipos trabajaban casi contra el reloj: “Eran cuatro horas para sacar una canción entre cinco personas. Teníamos que tener la letra, la melodía y buena disposición de todos”. Al final, el esfuerzo valió la pena: “Correspondimos con lo que queríamos hacer cada uno. No se sintió como un concurso, sino como un trabajo conjunto que nos dejó con ganas de seguir haciendo más”.

De esa experiencia le queda una certeza: “En Medellín hay música para todos. Escuché flamenco, urbano, vallenato, tango, sanjuanero... se hizo de todo, con todos”. Y cuando habla del género que lo formó, lo resume con orgullo: “El tango en Medellín no se quedó en los bares; lo adoptamos como nuestro. Lo estamos haciendo vivir otra vez desde los jóvenes”.

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