Son jóvenes, colombianos y han obtenido fama mundial con su música permaneciendo ajenos al reguetón. Ahora, el cuarteto Morat persevera en su escalada global con un nuevo disco de pop, Balas perdidas, conscientes de que “escribir canciones de amor que no suenen a cliché o cursis es lo más difícil”.
“Las letras son algo en lo que ponemos mucha atención para decir las cosas de la manera más clara y que se entiendan por igual en Argentina, en México o en España”, destacaron los cuatro miembros de esta agrupación: Juan Pablo Isaza, Juan Pablo Villamil, Simón Vargas y Martín Vargas.
Un disco de platino y otro de oro, una nominación al Grammy Latino y el galardón al mejor artista latino de Los40 Music Awards se encuentran entre los logros cosechados en los dos últimos años por Morat. ¿Por qué este país se ha convertido súbitamente en una potencia musical? “Es una pregunta que los colombianos también nos hacemos. En todas partes hay talento, pero los ojos están puestos ahora en el país y creo que, en la medida que sale alguien con éxito desde allí, el que viene detrás se aprovecha de esa idea”, reflexionan.
Contrariamente a lo que predomina entre sus compatriotas de fama mundial, Morat practica un tipo de composición “muy pop” que, para diferenciarse, aprovecha además las posibilidades del banjo, lo que les reporta aire folk, aunque en composiciones nuevas como Cuando nadie ve hayan “coqueteado” con música más de baile.
“Somos fans de la buena música, independientemente del género. Nos encanta el reguetón y lo que hace J Balvin. Por eso, si un reguetonero nos pidiera una colaboración y la canción nos gustara, no veríamos problema”, previenen.
Amigos desde los cinco años, cuando se conocieron en Bogotá, ninguno de estos veinteañeros podía imaginar en el germen de aquel sueño de hacer música que llegarían a salir de gira por EE.UU., uno de los retos que afrontarán por primera vez en 2019, cuando además recalarán en España para ofrecer tres grandes conciertos