El Pequeño Teatro ya no está tan pequeño: celebra 40 años de vida.
Como siempre, antes de la historia, está la prehistoria. La de este grupo (fundado por Rodrigo Saldarriaga, John Jairo Mejía, Efraín Hincapié, Jorge Villa, Guillermo Rúa, Óscar Muñoz y Eduardo Cárdenas, con el montaje de Anacleto Morones, cuento de Juan Rulfo), inició años antes, con algunos de estos integrantes y la dirección de Jairo Aníbal Niño.
Es curioso: Ramiro Rojo hizo parte de la prehistoria, pero no de la fundación. Rodrigo lo invitó a formar parte del grupo, que ensayaba en el Camilo Torres de la U. de A.
“Conseguimos una casa en Villa Hermosa —dice Ramiro—. Nos propusimos tres objetivos: adquirir sede propia, mantener producción teatral constante y formar público”.
En el tiempo de Villa Hermosa, seis o siete años, tuvieron montajes como Tiempo vidrio, de Sebastián Ospina; Los intereses creados, de Jacinto Benavente; Macbeth, de William Shakespeare, entre otros. Decidieron dedicarse a las artes escénicas “con actitud profesional”. Establecieron una jornada de trabajo desde las dos de la tarde, en la cual había preparación física; estudio de técnicas, teorías y obras dramáticas; montajes; ensayos y presentaciones.
La segunda sede fue a media cuadra del Teatro Pablo Tobón Uribe, donde funciona El Trueque. De allí pasaron a la sede actual, la de Colombia con Córdoba, un caserón de arquitectura notable, que con el tiempo llegó a ser declarada patrimonio de la ciudad. La compraron.
Faltaba conseguir el otro objetivo: formación de público. Cuenta Ramiro que, hasta hace 14 años, cobraban $6.000 a estudiantes y $12.000 al público general. Hacían montajes y asistían tres o cuatro personas a una sala con capacidad para casi 500 espectadores. Por eso, se les ocurrió la idea de entrada libre con aporte voluntario. Alcanzaron el objetivo.
Cerca de 40 montajes teatrales, de obras locales y universales, tiene el Pequeño Teatro. De ellos, más de 20 siguen en el repertorio.
