UNO, entre el oro y la muerte, la ópera prima del director Julio César Gaviria protagonizada por Marcela Mar y Juan Pablo Urrego es una historia típica colombiana pocas veces vista en salas de cine.
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Es el calco del círculo vicioso de violencia, ambición e injusticia de cada día, visto a través de la problemática minera y todas las consecuencias sociales y medio ambientales que conlleva. Es una historia que reconocemos, aunque los paisajes que nos muestra a veces sean confusos. Una historia llena de tensión que plantea preguntas urgentes sobre el uso y la propiedad de la tierra, sobre el medio ambiente, pero también sobre el amor, la confianza y la maldad.
La película, que se estrenó en las salas del país en noviembre del año pasado y está próxima a llegar a plataformas, está nominada a 5 Premios Macondo: Mejor Largomatraje de Ficción, Mejor Actriz Principal, Mejor Actor Principal, Mejor Sonido y Mejor Maquillaje. A propósito de los premios, que se entregan este domingo 2 de noviembre en Medellín, EL COLOMBIANO habló con su director.
¿De dónde sale la idea de hacer una película de minería?
“Yo quería el explorar el género thriller, que no ha sido muy explorado en la cinematografía colombiana. En un principio teníamos una historia sobre una tragedia familiar, pero cuando terminamos esa versión del guion con Juliana Ospina, que es la guionista, sentimos que le hacía falta Colombia, Latinoamérica. Empezamos a pensar qué historia podíamos ponerle de base a esa tragedia familiar, y nos encontramos una investigación que tenía Juliana sobre minería de oro y decidimos involucrar esta tema que no se habla mucho desde la ficción, pero se debería hablar mucho más, sobre todo de las consecuencias sociales y medio ambientales. El tema de la minería reúne todos los componentes de lo que ha sido la historia repetitiva de la violencia, la injusticia y la corrupción que ha rodeado nuestro país y en general nuestra región”.
Colombia ha sido narrada muchas veces desde el extranjero, pero aquí es al revés, usted está hablando de un país extranjero (Canadá), y como se relaciona con los problemas de aquí...
“Fue un proceso muy interesante porque justamente siento que en Canadá nos abrió muchas puertas. Es un país maravilloso, que en general tiende a ser cuidador del medio ambiente, pero también es uno de los países con mayor número de empresas mineras en el mundo. Cuando nosotros empezamos a buscar alternativas para poder hacer la película y exhibirla, nos encontrábamos con mucha gente de allá que estaba interesada en la temática, pero que no sabía realmente cuál era el papel del país en todo esto.
Por otra parte, el hecho de contar con actores canadienses como Rachel Blanchard y James Gilbert fue muy bonito, las conversaciones que tuvimos, ellos mismos eran críticos de lo que hacían esas grandes corporaciones de su país en otros lugares del mundo, sobre todo del tercer mundo. Al principio pensamos que íbamos a encontrar más resistencia desde Canadá, pero al final fue un tema que nos abrió muchas las puertas. Esto algo de lo que hay que hablar”.
Se siente limitado cómo director, es decir, debe pensar más en formas de atraer audiencia que en la forma como quiere hacer su película...
“Yo creo que sí hay una limitante porque hay que tomar decisiones siempre pensando en el público y en esta crisis tan grande que tenemos en el cine colombiano, justamente de asistencia a las salas de cine, que tiene mucho que ver con la pospandemia y las plataformas aunque obviamente, a nosotros como miembros de la industria las plataformas nos han abierto otras puertas, y eso también nos da otras posibilidades artísticas, económicas, que son muy valiosas.
En el caso de nuestra película había un elemento más complejo aún y es que por ser mi primera película de ficción había unas condiciones más difíciles para su realización, pero tuvimos la suerte de contar con el respaldo de nuestra productora, que fue Clover Studios, y eso nos permitió tener más libertad creativa. Sin embargo, nos enfrentamos con otros temas más generales de la cinematografía colombiana, y es todo lo que tiene que ver con promoción y exhibición. Tengo la obligación de decirlo respetuosa, pero muy honestamente, los exhibidores en Colombia le están dando un tratamiento a las películas colombianas que no ayuda mucho a que la gente se acerque a las salas de cine a ver nuestras películas”.
¿Por qué?
“La asignación de la cantidad de salas al momento del estreno es mínima, y eso hace que se dificulte la asistencia, a veces hay películas que tienen buena asistencia en salas en su primera semana, pero a la segunda semana le ponen unos horarios terribles a los que la gente no va... en general hay un tema de promoción que dificulta que la gente sepa que las películas colombianas existen a diferencia de otras grandes producciones...”.
Es un problema de múltiples causas...
“Sí, yo siento que nosotros hemos venido haciendo un cine maravilloso, que es un cine más de autor, con una presencia importante en festivales como Cannes, San Sebastián, Venecia, Berlín, Sundance, Toronto entre otros, pero también siento que no absorbimos algo muy bueno que tenía la televisión colombiana y era que justamente los grandes actores e intérpretes del país eran los que hacían las telenovelas más importantes, y eso era lo que al público más le gustaba, poder ver esos rostros de las actrices y de los actores interpretando los papeles que querían ver. También hay que revisar qué tipo de historias estamos contando nosotros para que la gente se aleje de las salas y qué tipo de componentes del cine tradicional no estamos llevándole al público para que ellos se sientan con la intención y con la inspiración de ir a ver una película. Es una discusión que estamos teniendo al interior de la industria, que me parece sana y necesaria”.
Hace falta que la gente se interesa más por el cine local...
“Definitivamente, yo siento que el cine como la música es un gusto global, a la gente le gusta, y siento que en un país como el nuestro el cine es una herramienta de comunicación muy valiosa, nos permite generar conversaciones, hacer memoria de lo que nos ha sucedido como país, reírnos, llorar, encontrarnos”.
¿Qué viene ahora para la película?
“Ahora viene la etapa de exhibición en plataformas. Ya cerramos un acuerdo para que la película sea exhibida en Latinoamérica y estamos en cerrando otro para Estados Unidos. Todavía no puedo mencionar las plataformas, pero pronto podrá ser vista y eso es algo que nos alegra mucho”.
La película tiene cinco nominaciones a los Premios Macondo ¿qué significa eso para usted?
“Es algo muy emocionante, es un reconocimiento a lo que hemos hecho con la película. El cine colombiano tiene cosas maravillosas para mostrar y los premios nos permiten tener este tipo de conversaciones, hacen que la gente se interesa en la películas, que las conozca y quiera verlas. También Es muy bonito ir a compartir esa noche con tantos amigos con los que hemos hecho cine y a los que admiramos por sus películas”.