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En las primeras semanas al frente del equipo, Aldo Bobadilla hablaba continuamente de la necesidad de “contagiar”, día a día, resultado a resultado, práctica tras práctica, una confianza gradual que el grupo había perdido completamente antes de su llegada, como los mismos jugadores han señalado.
Y vaya que le funcionó, a juzgar por lo que manifiestan de diversas formas los futbolistas. “Si estábamos frente a una pared negra y él decía que era roja, nosotros le creíamos. Su convicción fue la que nos sacó del agujero en el que vivíamos”, atestigua Stiven Rodríguez, uno de los canteranos que conforman la plantilla.
Por eso, a pesar del reciente bajón en el desempeño, las fallidas maromas para compensar la nómina corta y cierto pesimismo que emana desde la afición, Bobadilla buscará mostrarle hoy nuevamente el camino hacia la convicción a sus dirigidos, para superar a Tucumán y retornar con el cupo a fase de grupos.
La serie marcha 1-0 a favor del conjunto antioqueño que enfrenta a un club que, generalmente por torneos internacionales, hace valer su localía. De hecho tiene un rendimiento en casa del 71,5% por campeonatos Conmebol, para 10 triunfos, 2 empates y 2 caídas.
Para el técnico Víctor Luna, quien llevó al DIM hasta semifinales de Copa en 2003, el estilo de juego con el que se identifica Bobadilla puede ser un factor a favor para enfrentar a un rival y un entorno como el que tendrá hoy.
“Aldo es de la escuela paraguaya y en esta son fundamentales las tareas tácticas de cada jugador en el campo. Cuando se dan partidos cuyo trámite se anticipa que será muy físico y de alto grado emocional, resulta conveniente tener un grupo de futbolistas que ya tenga incorporada la responsabilidad múltiple. A equipos así es muy difícil encontrarles fisuras. Contra rivales del sur del continente, esta es una estrategia que, bien lograda, es posible que termine con un resultado favorable”, contempla Luna.
La atmósfera del encuentro también tendrá una importante incidencia en este duelo. El ambiente en el estadio José Fierro para el visitante, sobre todo por torneo internacional, es bastante hostil.
Por eso Adrián Arregui, quien jugó en San Martín –rival de plaza de Tucumán– se encargó de recrearles a sus compañeros el escenario que seguramente vivirán hoy.
Es inocultable que el Poderoso saldrá con una mochila pesada por todo lo que está en juego tanto deportiva como económicamente para la institución, pero si alguien parece capaz de convencer a este grupo de que puede lograrlo, es Aldo Bobadilla.