En la última década, el fútbol mundial ha entrado en una dinámica de crecimiento constante. Ligas nacionales, copas domésticas, competiciones continentales, selecciones nacionales, giras de pretemporada y torneos inventados por patrocinadores o federaciones... El calendario se ha convertido en un rompecabezas imposible de resolver. Lo que para los aficionados significa más espectáculo y partidos casi todos los días, para los protagonistas —los futbolistas— es una realidad cada vez más asfixiante.
Hoy, la congestión de partidos y la acumulación de competencias han abierto un debate urgente: ¿hasta qué punto se puede exprimir el cuerpo y la mente de los jugadores?
Un estudio del CIES Football Observatory analizó 40 de las ligas más importantes del mundo y concluyó que, en promedio, se realizan 80.000 partidos profesionales oficiales por año a nivel mundial (sin contar amistosos).
La voz de los futbolistas es clara. Muchos han empezado a alzar la voz contra la sobrecarga física y mental. “Hay semanas en las que jugamos miércoles y domingo sin parar, y encima con viajes de 10 horas. No hay tiempo para entrenar bien, solo para recuperarse un poco y volver a la cancha”, comenta Andrés Murillo, defensor colombiano que milita en el fútbol hondureño y que también pasó por el Santos Laguna del fútbol mexicano.
En Europa, estrellas como Kevin De Bruyne o Toni Kroos ya lo han dicho: los jugadores no son máquinas. “El cuerpo pasa factura. Cada vez vemos más lesiones musculares y menos carreras largas porque simplemente no hay descanso”, apuntó el alemán en medios de su país, con conocimiento de causa, pues disputó varias Champions League.
El cansancio no es solo físico. “Cuando no descansas ni mentalmente, pierdes motivación, pierdes claridad. A veces llegas a la cancha con la cabeza en blanco”, confesó el exjugador de la Selección Colombia Abel Aguilar.
Para los técnicos, la congestión de partidos es un enemigo invisible. La planificación se vuelve casi imposible.
“Hoy los entrenadores no trabajamos en el campo lo que queremos, trabajamos con lo que nos deja el calendario”, afirma Hernán Torres, técnico de Millonarios. “Con tanto viaje y partido seguido, apenas se hacen sesiones regenerativas. Eso mata el desarrollo táctico.”
En Europa, Pep Guardiola fue uno de los más críticos: “Los jugadores están al límite. La FIFA y la UEFA deben entender que sin ellos no hay negocio. Se necesita menos torneos y más calidad.”
En torneos cortos como la Copa Libertadores, los desplazamientos son aún más desgastantes. Paulo César Leao, preparador físico brasileño, explicó: “Un viaje de São Paulo a La Paz significa altitud, jet lag y partidos a los dos días. El cuerpo no se adapta. Eso aumenta el riesgo de lesiones graves.”
Los especialistas lo confirman con datos: las lesiones musculares y articulares se han disparado.
“La sobrecarga de partidos provoca microlesiones que, sin el descanso adecuado, evolucionan en lesiones serias. Rodillas y tobillos son los más afectados”, asegura la doctora Marcela Rivas, médica deportóloga que perteneció a la Federación Colombiana de Fútbol.
Un estudio de la FIFPRO, el sindicato mundial de futbolistas, reveló que un jugador de élite disputa entre 60 y 75 partidos por temporada, lo que supera ampliamente la capacidad fisiológica recomendada.
“Lo más preocupante es el impacto mental. La ansiedad por rendir sin descanso y el insomnio por los viajes constantes afectan el rendimiento tanto como una lesión muscular”, añadió el psicólogo deportivo Daniel Gómez.
En la grada y frente a la televisión, el público disfruta de más partidos que nunca. Sin embargo, algunos hinchas también empiezan a notar las consecuencias.
“Es cierto que como hincha me gusta ver a mi equipo jugar cada tres días, pero se nota que los jugadores ya no rinden igual. Hay partidos que parecen entrenamientos”, comenta Carolina Restrepo, hincha de Atlético Nacional.
Otros opinan que el negocio está matando la esencia. “La FIFA y las ligas piensan en dinero, no en los jugadores. El Mundial con más selecciones, la Supercopa aquí y allá... al final, la calidad baja y los futbolistas se funden”, señaló Luis Andrade, seguidor del Real Madrid en Colombia.
Aun así, hay quienes valoran la saturación de fútbol como parte de la era actual. “Es el precio de que el deporte crezca. Yo lo disfruto, pero entiendo que los jugadores sufren”, dijo Mateo Ramírez, joven aficionado al Independiente Medellín.
El fútbol se encuentra en un punto de quiebre. La presión por monetizar el espectáculo choca con la necesidad de preservar la salud de los protagonistas. Los jugadores reclaman menos partidos, los entrenadores piden planificación real, los médicos lanzan advertencias y la afición empieza a preguntarse si vale la pena sacrificar calidad por cantidad.
En medio de todo, la pelota sigue rodando. Pero cada vez que un futbolista cae lesionado o declara sentirse agotado, se enciende una alarma: el fútbol corre el riesgo de quemar a sus héroes en nombre del negocio.