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Las tres facetas de Aldo lejos de la cancha

El técnico del DIM ha vivido con intensidad la inédita forma de trabajo

con su equipo en convivencia familiar.

  • El paraguayo ha tenido que trasladar su labor de estrategia al estudio en su apartamento, apoyado en videos y una nutrida información estadística de sus jugadores. FOTO edwin bustamante
    El paraguayo ha tenido que trasladar su labor de estrategia al estudio en su apartamento, apoyado en videos y una nutrida información estadística de sus jugadores. FOTO edwin bustamante
16 de abril de 2020
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Aldo Bobadilla añora poder sentarse en un pequeño jardín, fuera de casa, a tomar tereré (tradicional bebida paraguaya).

Sin embargo, si algo ha aprendido en este mes de encierro es que hay que atesorar lo que se tiene entre las manos. El ahora. Por eso, desde el apartamento que comparte por estos días con sus hijos y esposa, el técnico del Medellín ha vivido con intensidad las tres facetas que le ha impuesto este insólito receso y las cuales espera unir para sacarles el mejor provecho una vez retorne la vida exterior.

Por ahora, justo cuando se cumple un mes de la suspensión de los entrenamientos presenciales del DIM, el timonel rojo sigue buscando respuestas en sus análisis para lograr tener un mejor equipo cuando vuelva la actividad, y, cada tanto, haciendo alarde de sus dotes como cocinero.

Aldo, El competidor enjaulado

Habrá quien lo califique como masoquismo pero, para los hombres que han estado metidos en el alto rendimiento durante buena parte de su vida, competir se vuelve un hábito necesario. De ahí que Bobadilla asegure que extraña, incluso, llevar a cuestas la pesada mochila que cae sobre los hombros cuando aparecen los malos resultados.

“Estoy esperando que esto pase para poder disfrutar nuestra vida, que es mantener mucha tensión en los partidos, cuando los resultados no se dan o cuando el entrenamiento no sale bien. Poder tener esa adrenalina que extrañamos todos, mi cuerpo técnico, mi equipo, ustedes también (la prensa) deben extrañar estar en la sede en su labor matutina o ir al Atanasio”.

EL feliz hombre de casa

A pesar de sentirse un poco extraño con el espacio en el que habita actualmente, pues nunca vivió en apartamentos, le ha sacado máximo provecho a su rol de hombre hogareño. “Estoy disfrutando de mis hijos, mi señora; tengo acá a los dos mayores, que son adultos ya, y crezco mucho con ellos. De cierta manera me estoy nutriendo y fortaleciendo con su presencia”.

Tan a gusto está que aprovecha tener a los suyos consentirlos con platos tradicionales paraguayos. De hecho, uno de sus grandes descubrimientos es que en Colombia encuentra un pescado, con nombre diferente, pero que es el mismo que sirve como base para uno de los platillos más apetecidos en Paraguay: el surubí, o mejor dicho: el bagre.

Cerca de su casa encontró un supermercado con esta especie y pudo cocinar chupín de surubí, una salsa hecha con ese pescado, acompañado con arroz blanco y queso cremoso.

“Mis hijos y mi mujer dicen que mi comida es rica, a menos que me mientan quizás y me hagan creer que es rica”, cuenta. Incluso, la cocina lo inspiró a proponerle a la nutricionista del club, Natalia Ceballos, a realizar, cada tanto, en lugar de un asado con pollo y cerdo, una comida para todo el equipo a punta de pescado, que tiene mejor aporte nutricional. Una motivación más para el reencuentro.

Por ahora, el técnico de 43 años espera que este sea un curso intensivo y algo particular, que enriquezca tanto su vida como su carrera.

15
días de entreno, mínimo, cree Aldo que necesitaría para competir de nuevo.

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