Parecen almas gemelas, pero no por tener el mismo nombre y apellido sino porque comparten pensamientos y sueños similares, esos que les permite avanzar con pasos firmes en cada aventura que desafían.
Ellos son Mauricio Salazar Sierra y Mauricio Salazar Velásquez, intrépidos pilotos que en este momento se encuentran quizá en el desafío más duro de los deportes de motor, el Rally Dakar, pero gracias a su entendimiento, comprensión y amistad han superado los primeros obstáculos de una carrera que consideran salvaje y peligrosa, de cuidado y tensionante, de angustia y sufrimiento y que sin embargo les genera pasión.
Salazar Velásquez, conductor, y Salazar Sierra, tripulante del coche, coinciden en que para lograr su principal objetivo -llegar a la meta -en la carrera que comenzó en Argentina, hay cuatro factores primordiales en su hoja de ruta.
Hablan de la parte física. “Prepararse previamente fue muy importante. Contamos con el asesoramiento de gente especializada, como entrenadores y deportólogos. Trabajamos la parte del abdomen, la espalda, las piernas...”, dice Salazar Sierra, mientras que su compañero agrega que los otros puntos para salir adelante tienen que ver con saber de mecánica, tener el fogueo previo -entrenaron dos veces en Perú- y la más importante, el tema sicológico.
“Este último es el más importante. Si bien desde el punto de vista físico la competencia es desgastante, el Dakar es una prueba que busca sacarte de casillas, te lleva a los extremos de resistencia para hacer que tires la toalla, por eso hay que tener una preparación mental adecuada para encarar como se debe el día a día”.
Y hasta ahora han evidenciado que están fuertes, fundamental para afrontar la parte más compleja del Rally, que entra hoy a territorio boliviano.
“En el Dakar uno se encuentra con temperaturas de más de 40 grados centígrados hasta menos de 10, entonces de ahí el tema de la paciencia y perseverancia para enfrentar este tipo de condiciones, sabemos que nos es fácil, pero estamos haciendo bien la tarea”, dijo el copiloto del equipo colombiano MS2 Racing Team.
Dicen que tienen un motivo grande que les impide dejar de acelerar en este Rally. “Corremos con otro objetivo claro, hacer visible la Fundación Alejandra Vélez Mejía de Manizales, que trabaja con cerca de 240 niños con cáncer pero que necesita nueva sede. Con los recursos que estamos recogiendo gracias a los patrocinadores (Banco Popular de Colombia, Chunky, Tuyomotor, entre otros), queremos darle alegrías a estos chicos”, agrega el manizaleño Salazar Sierra, ingeniero electricista de 49 años de edad, que fue campeón nacional de rally en 1992 y quien se le midió por primera vez al Dakar.
Salazar Velásquez, ingeniero agrónomo que mañana cumplirá 40 años, actúa en su segundo Rally. El año pasado se retiró, al quedar al límite de tiempo, en la quinta etapa.
La experiencia que ambos poseen los llena de confianza para continuar firmes en la denominada odisea, y la causa social por la que compiten es la mejor brújula que tienen para superar las barreras que se encuentran en el cruel camino. Por ahora, van bien en su misión.
