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El mismo día que su madre iba a firmar para que lo desconectaran, Juan Diego Zapata Montoya despertó del coma en el que estuvo durante un mes y medio.
Cuando tenía 15 años y cursaba sexto en el Liceo América, fue víctima de una bala perdida que lo afectó en su médula espinal. En su barrio Juan XXIII se volvió común la presencia de combos delincuenciales que les prohibían asistir a varios chicos a sus estudios primarios. Al desobedecer esa restricción, un amigo de Juan fue asesinado.
“Cuando despiertas y ves que no te puedes mover, que la voz no te sale, te entra una depresión muy grande, casi de querer quitarte la vida”, dice.
No obstante, gracias al empuje que le puso su madre, que se salió de trabajar por dedicarse al mayor de sus cinco hijos, buscó una opción para seguir luchando.
Volvió a otro colegio para graduarse de bachiller e ingresar a estudiar Psicología, su gran pasión. “Me gusta saber cómo piensa la gente y ayudarla a dejar eso de que, cuando surge un problema, la vida no tiene motivo. Mi historia les puede servir de ejemplo”, comenta.
Pero, la mejor terapia fue encontrar el boccia, deporte al que accedió hace cuatro meses gracias a una fundación. Allí, además de demostrarse que tiene habilidades, descubrió una verdadera motivación. “Ves a los compañeros que, a pesar de sus serias limitaciones, luchan por ser felices”, comenta Juan Diego, quien este fin de semana en Cali vivió la emoción de su primer campeonato Nacional, algo que no pensó lograr cuando estuvo postrado en una cama.