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“Ser madre deportista no es ningún pecado”

Lina Rivas, la pesista que alcanzó el subtítulo mundial sin saber que estaba embarazada, habla de su nueva vida.

  • Lina y su hijo FOTOS Róbinson Sáenz y EC
    Lina y su hijo
    FOTOS Róbinson Sáenz y EC
  • 2017 subcampeona mundial y 2012
    2017 subcampeona mundial y 2012
  • Lesión en Londres-2012
    Lesión en Londres-2012
  • 2016 ganando diploma olímpico
    2016 ganando diploma olímpico
  • 2008, empezando pesas en la Liga.
    2008, empezando pesas en la Liga.
13 de diciembre de 2018
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La noche del 1° de diciembre del año pasado, cuando Lina Marcela Rivas Ordóñez subía a la tarima de Anaheim, Estados Unidos, intentando levantar, por encima de su cabeza, 127 kilos de puro hierro, cumpliendo el último ejercicio del envión en el Mundial de mayores, estaba embarazada. Y no lo sabía.

Ese movimiento lo falló, aunque los 124 que había subido, sumados a los 101 del arranque, le brindaron el subtítulo mundial de la división 63 kilogramos al obtener una presea de plata y dos de bronce, en el que ha sido el más importante logro deportivo de la pesista antioqueña nacida en Apartadó en 1990.

Como este han sido tres los momentos cruciales que la han marcado. Los otros, coincidencialmente, en Juegos Olímpicos. El primero cuando, buscando una medalla para Colombia en Londres-2012, sufrió una lesión. Un calambre en una de sus piernas la hizo perder el equilibrio, caer al piso y recibir el golpe de la barra aunque sin consecuencias graves.

El otro, dos años atrás, en Brasil-2016, más grato, por cierto, al ser uno de las pocos colombianos en obtener diploma olímpico tras figurar séptima en el torneo de pesas.

De ellos, sin embargo, el más grande lo vivió esa fría noche de diciembre en Anaheim cuando, sin saberlo, ya se formaba en su vientre un nuevo ser que, al nacer fue llamado Emmanuel (nombre de origen hebreo que significa “Dios está con nosotros”).

Con la hoy orgullosa madre, cuyo compañero y padre del pequeño de tres meses es el pesista Mauricio Andrés Caicedo, habló EL COLOMBIANO.

Vive una experiencia nueva, ¿cómo se siente tras la maternidad?

“Feliz, súper; una experiencia hermosa, es un regalo de Dios y me siento contenta porque tengo un bebé hermoso, lleno de salud y que se ha convertido en un motor más para seguir en mi deporte. Me motiva a continuar, a volver a competir y entrenar con decisión”.

De un momento a otro usted desapareció y luego se conoció del embarazo, ¿cómo vivió todo eso?

“Fue sorpresa, porque no fue planeado, pero sí bien recibido y aceptado. Es una etapa maravillosa en la vida de toda mujer”.

Increíblemente, y teniendo en cuenta calendario, usted asistió al Mundial de Anaheim, donde se coronó subcampeona, ya embarazada...

“Son cosas que se dan de un momento a otro; no sabía, no sentía nada raro hasta después del torneo, se dieron las cosas, no tuve inconveniente con la alzada y, gracias a Dios, pude dar ese logro a Colombia. Fue un doble regalo de la vida, pues me enteré de mi embarazo apenas días después de finalizar el certamen”.

¿No cree que pudo haber pasado lo que otras deportistas vivieron que, preparándose para un torneo importante, debieron abandonar a causa del embarazo y que, incluso, como ocurrió con algunas que, por ligereza de despiadados críticos, hubiera sido calificada de irresponsable?

“Sé que muchas deportistas han vivido todo esto, que han pasado momentos difíciles porque mucha gente no tiene cuidado ni piensa más allá, ni siquiera en lo que significa para una mujer ese momento; pero cuando uno se da cuenta de que está en embarazo y que esta etapa es genial de verdad, considera injusta la crítica”.

¿Se sintió angustiada cuando conoció su situación, cómo afrontó el tener que abandonar el deporte justo en momentos en que empezaba a dirimirse los cupos olímpicos para Tokio-2020?

“Al principio estaba muy angustiada, no sabía qué iba a ser de mí. Cuando hablé con el presidente de mi liga (Róger Berrío), quedé más tranquila porque sentí que me apoyaban. Les transmití la idea de querer seguir en mi deporte luego de la maternidad. Creo que eso fue vital para tener un proceso normal y que el bebé tuviera un desarrollo acorde. El resto fue motivación para salir adelante”.

¿Pensó que se le iba a acabar el mundo en esos primeros meses tras renunciar al deporte, dudó sobre lo que sería su futuro en pesas?

“No renuncié de una vez, de hecho iba al gimnasio a realizar ejercicios de mantenimiento, obviamente no levantando pesas para evitar algún problema que afectara el desarrollo del bebé. Al principio del embarazo sí tuve muchas dudas, luego se disiparon, pero nunca pasó por mi mente dejar del todo el deporte, creo que aún tengo mucho por dar”.

Hoy, ¿qué les podría aportar a las deportistas que, como usted, piensan en asumir esa etapa en sus vidas?

“Primero es dar la cara, no esconderse, no tapar nada. La motivación de todo deportista es seguir activos. Ser madre no es un pecado. Las deportistas merecemos ser madres, no nos podemos excluir de una etapa tan bella, así sea durante el mejor momento de nuestras carreras, no podemos dejar pasar el tiempo hasta que nos volvamos viejas. El hecho de ser deportistas no quiere decir que tengamos que renunciar a tener una familia y estar ahí entregándole la vida al deporte. Esto ya no es un tema vedado; antes me parece muy bonito que ahora hayan más mujeres del deporte que se están convirtiendo en madres, que están dando la cara y no renuncian a sus sueños porque la llegada de un niño es una motivación extra, no un problema y menos en el deporte”.

En los pesistas el cuidar el peso para no salirse de las divisiones en que compiten es fundamental, ¿cómo manejó el tema mental, sentía, por ejemplo, que necesitaba comer más o que, de pronto, iría a subir demasiado de peso y peligraría mantenerse en los 63 kilogramos?

“Es algo que solo el cuerpo te lo dice y pide. Todo cambió en mí, yo comía demasiado, ni me daba cuenta, sentía la necesidad de comer y comer, creo que en los tres primeros meses estaba muy ansiosa con ese tema, aumenté mucho de peso, pero me imaginé que era una etapa del embarazo y del tema hormonal. Luego controlé el peso con ayuda profesional de la Liga e Indeportes Antioquia”.

¿Qué es ser madre?

“Es un sentimiento que no sabría explicar de una, podría decir que mi hijo es mi todo, es la persona a la que le quiero ofrecer lo mejor de mí. Si estoy bien, él va a estar mucho mejor”.

Tener hijo es romper con moldes, parámetros, costumbres, ¿qué cambió en usted?

“Toda mi rutina. Yo, acostumbrada a entrenar duro, ahora debo repartir mejor el tiempo; mi círculo social modificó totalmente, me concentré en el embarazo y sentí que ya no tenía amigos, me sentía sola porque ya no podía entrenar como de costumbre ni estar con mis compañeros”.

Tiene 28 años, ¿cree que es una mamá joven?

“No. Considero que me estaba demorando. Siempre quise tener uno, no quedarme sin un bebé. Uno, como atleta, se entrega al alto rendimiento en cuerpo y alma y deja pasar el tiempo sin experimentar muchas cosas de la vida y máxime los levantadores de pesas que tenemos riesgos grandes”.

Se vio en el espejo de Ubaldina Baloyes y Leidy Solís, pesistas que, en plenitud de su forma, fueron madres...

“Claro, igual pensé que ellas se habían demorado mucho y que yo no quería seguir sus pasos así estuviera en camino los Olímpicos que es el máximo anhelo. Ahora lo asumo más motivada”.

Los halteros exhiben rudeza para levantar tantos kilos y hasta mucha gente podría verlos como poco cariñosos, ¿qué tal es usted de mamá?

“Uno se alcanza a conocer, realmente en otra dimensión, uno se vuelve como ‘chocho’. Para mí es grato consentir a mi bebé. A veces ni sé cómo hablarle, nos volvemos bobitos con los niños. La verdad es que es un cambio impresionante, no alcanzamos a sentir todas las emociones que guardamos y que ahora, por ejemplo en mi caso, expresamos con la llegada de un niño. He descubierto una nueva faceta: la ternura”.

En el deporte es común ver a los hijos, muy pequeñitos, detrás de sus padres yendo a los escenarios a acompañarlos. ¿Se visualiza así y que su niño le siga los pasos?

“Por genética está superfuerte, tiene un cuerpo que, con apenas tres meses, ya se le ve ‘rayado’, y hasta me pregunto ¿será que le va a gustar el deporte? Creo que sí. Y si eso es lo que él quiere, en el futuro, lo apoyaría. Pero no me gustaría que fuera pesista, este deporte es muy duro”.

Y aunque los abuelos maternos, José Euclides y Dioselina, esperan conocer al pequeño Emmanuel, este seguirá creciendo al calor de una madre cristiana que le augura bendiciones y un bautizo cuando “tenga el conocimiento de Dios y él tome la decisión de hacerlo”.

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