Pocas veces se forjan amistades que nacen producto de la rivalidad. Uno de esos casos excepcionales en el deporte les pasó a Sara Díaz Torres e Isabella Laverde Torres, quienes luego de enfrentarse en la mesa, se convirtieron en grandes amigas.
Fue hace dos años cuando, en el zonal clasificatorio al babytenis de mesa en Tenjo, Cundinamarca, ambas coincidieron en la final de la categoría sub-11.
Sara, que para ese tiempo tenía 7 años de edad y representando a su municipio, Sopó, superó en tres sets corridos a Isabella, de 8 años y quien actuaba a Tabio, para quedarse con el título departamental. Su alegría fue enorme, pero fue más grande su gesto de juego limpio al acercarse a su rival para animarla tras su derrota.
“Estábamos jugando y yo le gané. Obviamente perder se siente un poco tristeza, por eso yo me le acerqué y le dije que no se sintiera así, le di un abrazo y así nos hicimos amigas”, cuenta Sara. Desde ese momento, dicen, son inseparables.
Tan fuerte se ha vuelto su amistad que ahora las dos cundinamarquesas hacen equipo en la modalidad de dobles del tenis de mesa y este año, llegan por segunda vez al Festival de Festivales con ganas de buscar el título de su categoría.
Cuando una se refiere a la otra, el cariño es el común denominador en sus palabras, además ambas valoran el trabajo que la otra hace para tener un buen desempeño en competencia.
“Jugar juntas es muy divertido porque las dos nos entendemos, hablamos mucho de lo que vamos a hacer y si te equivocas no hay problema porque solo es un juego y todos podemos equivocarnos”, dice Isabella.
Son precisamente las derrotas –que aseguran han sido pocas– las que las hacen más unidas, pues ahí es cuando se demuestran más apoyo y afecto. “Nos consolamos si lloramos o nos damos chocolatinas para sentirnos mejor”, comenta Sara.
Además de hacer pareja, las dos compiten en los cuadros individuales y por equipos; sin embargo, ambas coinciden en que se sienten mejor haciendo equipo.
“Es mejor acompañadas. Yo soy 50% y ella es el 51% mejor que yo porque lleva un poquito más de tiempo practicando entonces nos complementamos”, afirma Sara.
No entrenan mucho tiempo juntas, cuentan, pues viven a casi una hora de distancia, pero cuando se ven aprovechan el tiempo para perfeccionar sus movimientos. Eso sí, tienen contacto permanente por teléfono para saber cómo está la otra.
Betty Torres, mamá de Sara, resalta la importancia de la práctica del deporte para formar mejores personas.
“El deporte es la base de todas las buenas relaciones humanas y para la muestra un botón estas niñas que se comunican y se conocen muy bien a pesar de no tenerse cerca. De Sopó a Tabio siempre hay una gran distancia pero cuando se encuentran a entrenar hay una gran hermandad”, afirma la mamá, que siempre acompaña a las dos menores de edad en sus competencias.