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En la fila, que ya tiene unos cientos de metros, usted se ubica preparado para pasar allí, al menos, las próximas 50 horas. La fila tiene nombre propio: The Queue, y es la famosa hilera de ilusiones que más de dos días después lo llevará a las puertas de La Catedral del tenis.
Si es paciente, usted será uno de los 500 dueños de las entradas que diariamente dispone la organización de Wimbledon para entregar a aquellos que cumplen la procesión con estricta disciplina británica, una forma en la que el torneo de 143 años de historia garantiza la igualdad.
Al interior, en el All England Club, el vasto complejo que alberga el Grand Slam londinense, todo se presenta como un sueño. Las personas deambulan ataviadas de blanco mientras comen fresas con crema. En la famosa colina Hemann Hill, donde se reúnen quienes no alcanzan tiquete para la cancha central, pululan carpas y picnics ante una pantalla que transmite el juego.
Llegó la hora. En la cancha central hay 15.000 personas y un silencio absoluto. Los dos tenistas con un blanco impoluto salen por el pasillo hacia el césped. La magia de Wimbledon está por suceder.
Incluso a miles de kilómetros, presenciando esas escenas a través de una pantalla se puede experimentar algo del encanto del certamen que comenzó como un torneo para caballeros de la alta sociedad inglesa en 1987 y terminó convertido en un fenómeno de masas que atrae público de cientos de países.
Quizás por el aluvión de golpes que recibió el deporte en los últimos meses no hubo lugar para hacerle el correspondiente duelo a la cancelación del Abierto de Londres, que por historia, las cifras que maneja, las estrellas que convoca y el interés que suscita conforma junto al Mundial de Fútbol y el Tour de Francia, un tridente de eventos insuperable en el deporte mundial.
La importancia de Wimbledon radica en que es el único evento deportivo que ha sabido compaginar todas sus tradiciones originarias con la modernidad. La extenista Fabiola Zuluaga resume lo que significa Wimbledon en una frase: “Aunque no sea el torneo que más te favorezca en lo deportivo tiene algo único para hacerte pensar, una vez que estas ahí parado, en cada cosa que has hecho para llegar allá. Te conecta con la historia y con tus sueños”.
Además, este año, Wimbledon prometía ser el marco de una cantidad de hechos históricos como ningún otro evento atlético, al menos esta temporada (ver mpodulos).
En un minuto y 18 segundos hechos para tocar las fibras hasta para quienes son ajenos a este deporte, la organización compiló la esencia del centenario torneo mientras la voz de Roger Federer recorre la cancha central, los coloridos campamentos, los recuerdos en blanco y negro y la “adorable fila”. Lamenta que este año nada de esto ocurra pero homenajea a los héroes (personal sanitario) que trabajan para hacer posible “que el mañana sea mejor que el hoy” y, claro, que Wimbledon y su aura regresen con más fuerza en 2021.