El ciclismo es un deporte “violento”. Quienes lo practican siempre llevan el cuerpo al límite. En los últimos metros de cualquier competencia de élite las piernas arden, pesan; los pulmones no encuentran aire, todo el cuerpo duele y la cabeza solo piensa, la mayoría de veces, en piloto automático, en cruzar la meta para que el pedalista se baje de la cicla, camine, tome agua y se vuelva a sentir vivo.
Esa sensación la experimentó varias veces el excilista antioqueño Santiago Botero, que hoy tiene 50 años: cuando ganó una etapa de alta montaña en el Tour de Francia del 2000 –ese año se quedó con la camiseta de pepas al mejor escalador–, o el título en la contrarreloj individual en el Mundial de Ciclismo de ruta que se disputó en Bélgica en 2002.
El nombre del paisa está inscrito con letras doradas en la historia del ciclismo nacional. En el lanzamiento del documental ‘Con ojos de ciclista’ de Caracol Televisión, Botero habló con este diario.
En el documental dijeron que el ciclismo es un deporte violento, ¿Qué piensa de la frase?
“Me pareció mágica y muy sincera. No la había pensado nunca, pero me identifico con ella porque los ciclistas somos violentos con nosotros mismos en cuanto a nivel de sufrimiento y los riesgos que corremos al montarnos en una bicicleta durante 21 día seguidos enfrentado caídas masiva, frío, calor, bajadas, subidas. Pero al final también creo que, como decía Matt Rendel, los colombianos tenemos ese deporte en la sangre, casi como una filosofía de vida, un patrimonio del país”.
Si es un deporte violento, ¿por qué lo practican tanto?
“El ciclista surge a raíz del gusto, de la pasión por el hecho de montarse en una cicla a vencer obstáculos, a luchar consigo mismo, a superar esos momentos de crisis donde uno siente que no puede más, pero se obliga a sacar energía de no sé dónde para llegar a cruzar la meta. Esa es la naturaleza del ciclismo. Por eso lo practicamos”.
En el documental dijo que cuando los ciclistas van llegando a la meta ven borroso por el cansancio... ¿Es verdad?
“Era una analogía del momento más agónico que vive un ciclista, de lo que siente el cuerpo en una contrarreloj o subiendo una montaña. En ese momento el corazón va acelerado a mil, como con taquicardia, uno tiene sensaciones de asfixia, dolor en el cuerpo, la visión borrosa, nauseas. Con lo que dije traté de hacer un paralelo con lo que puede sentir una persona cuando va a morir, una muerte trágica, obviamente. Algunas veces el ciclismo es como ir con la muerte al lado, porque uno lleva el cuerpo a límites inhumanos”.
¿Hay un límite?
“El límite lo va marcando la cabeza. El cuerpo puede estar preparado, pero si no tienes la mente en orden, no podrás ir más allá. La parte mental es, sin lugar a dudas, lo que lo lleva a uno a dar un poquito más cada año, cada temporada. Además, la experiencia, los kilómetros que uno acumula, hacen que el margen de resistencia se vaya ampliando con un plan de entrenamiento, organizado, controlado y siempre teniendo la cabeza bien puesta”.
Ahora hablamos mucho del trabajo psicológico de los deportistas de élite, ¿cómo era eso en su tiempo?
“Le tocaba a cada uno buscar ayuda, o los que estaban bien simplemente no lo hacían. En mi caso siempre acudí a buscar apoyo de psicólogos”.
¿Por qué lo hacía?
“Porque notaba que lo necesitaba. Es muy importante uno identificar esas falencias que puede tener en ciertos momentos como el manejo de la presión, que es algo muy particular porque la más grande no se la pone el equipo, ni los medios, sino que es uno mismo el que se da más duro. Entonces aprendí que se tienen que hacer trabajos específicos en cuanto a aprender a relajarse, a ser consecuente con las situaciones porque si uno no tiene posibilidad de controlarlo, cuando depende de circunstancias externas, entonces uno no se tiene que echar la culpa, ni preocuparse”.
¿Lo hacía cuando estaba en competencia?
“Eso lo trabajaba cuando tenía espacios en Medellín. Cuando estaba en la casa buscaba ayuda. Recuerdo que tuve mucha afinidad con un psicólogo cubano que estuvo de intercambio con Indeportes Antioquia. Alguien me lo recomendó y él me ayudó mucho para manejar la ansiedad”.
¿Qué lo enamoró del ciclismo?
“La sensación de independencia, de libertad que te da montarte en una bicicleta. Además entender que esto no es un juego, sino un deporte que emula la sociedad, la vida, la lucha por sobrevivir y levantarse si uno se cae”.
¿El ciclismo es el deporte nacional de Colombia?
“Para mí, sí. Es el que más nos identifica, el que más se practica, el que ha tenido mejores resultados a nivel internacional. Es una actividad que apasiona a la gente, pero no genera discordia o violencia, sino que siempre valora el esfuerzo del atleta. Eso caracteriza a los aficionados a este deporte y en Colombia hay mucha pasión. El ciclismo es un patrimonio nuestro”.
48
minutos, 4“ y 4 milésimas fue el tiempo de Botero en la contrarreloj del Mundial de Ruta de 2002.
3
etapas del Tour de Francia ganó Santiago Botero en su carrera como ciclista profesional.
