Y si me pregunto ¿Para qué hago lo que hago?

Las oleadas de descontento que se han presentado en diferentes rincones del planeta generan grandes inquietudes ¿Cuál es el rol que les corresponde asumir a los gobiernos, las empresas y los ciudadanos? ¿De qué se debe encargar cada uno como actor social?

Muchos se preguntan si las manifestaciones sociales son una situación temporal. Lo ocurrido hasta ahora da para pensar que no lo son y que estamos ante un nuevo orden mundial regido por cuatro grandes fuerzas que generan un claro cambio de reglas.

Hipertransparencia, conciencia social, colaboración y propósito compartido se asoman a la puerta invitando a todos los actores a que nos escuchemos.

El desafío empieza entonces por entender que la transformación social se está dando mucho más rápido que el avance de las instituciones. Que hay nuevas formas de expresarse por parte de ciudadanos, que han encontrado en la tecnología una forma de hacer más evidente su insatisfacción y desconfianza. Que nos encontramos ante ciudadanos que tienen una mayor conciencia social, pero sobre todo que cuestionan a personas, empresas y gobiernos y preguntan ¿Para qué hacen lo que hacen?

Las razones de ese sentimiento tienen raíces profundas en problemáticas que vienen de tiempo atrás y que son cada vez más visibles: la sensación de que los beneficios del crecimiento económico son para unos pocos, la evidencia de que seguimos sin resolver la inequidad, la corrupción y la falta de escucharnos unos a otros.

Mientras los indicadores macroeconómicos muestran un crecimiento sostenido de Colombia en la última década, y las empresas tienen un balance anual de resultados favorable, la percepción de los ciudadanos sigue siendo poco optimista.

En esta edición queremos propiciar una conversación que parte de las expectativas de cada arquetipo de colombiano y las conecta con la visión empresarial. No pretendemos dar respuesta a las problemáticas sociales, pero sí queremos invitar al lector a escuchar el mayor número de visiones y que entre todos construyamos una agenda conjunta que nos permita generar desarrollo económico sostenible para el bienestar de TODOS.

El gran reto del sector privado colombiano, como un actor fundamental en esta coyuntura, es revisar nuestro rol como actor social. Como ciudadanos corporativos tenemos la responsabilidad de liderar iniciativas que conecten al mayor número posible de agentes del mercado alrededor de acciones de impacto que van mucho más allá de lo económico y trascienden a la capa social y ambiental.

Creo firmemente que estamos en un momento de la historia que será recordado como una época de cambio, en la cual los empresarios tenemos dos caminos: negar esa realidad y seguir haciendo las cosas como hasta ahora o escuchar y actuar para generar valor compartido desde una viabilidad económica, con impacto social positivo y con conciencia ambiental. Para mí esta es la fórmula que hará realmente sostenibles a las compañías.

Los empresarios estamos llamados a ser actores empoderados con una gran conciencia social y con el compromiso de ayudar al país a dar el salto cuántico que necesitamos para cumplir con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.

Eliminar la pobreza debe ser una prioridad y crear las condiciones para un crecimiento económico sostenible y que proteja al planeta, el camino conjunto que escojamos. Frente a lo cual creo que debemos volver a preguntarnos ¿Para qué hago lo que hago?.

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