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Carrera a la excelencia

Con su talento y el respaldo de las instituciones, Sandra Lorena Arenas marcha segura entre las mejores atletas del mundo.

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El sacerdote Jhonatan Darío García solo conocía de Sandra Lorena Arenas su gran compromiso en las actividades que adelantaba como acólita en la iglesia mientras se preparaba para su confirmación. Pero una mañana de 2009, cuando la vio pasar corriendo por las calles de Calarcá, en Quindío, en medio de una competencia de Intercolegiados, entendió que el talento de la jovencita iba más allá.

Para entonces y con 14 años de edad, ella cruzó la meta de primera. De inmediato, el párroco, además de licenciado en Educación Física, la persuadió para que empezara a entrenar atletismo, aunque la propuesta no le interesó.

Meses después, su familia decidió mudarse a Medellín. Pero poco antes de marcharse, el cura, empecinado en su deseo de verla metida en el deporte, le volvió a insistir. Sandra, otra vez, se negó.

Sin embargo, de tanto escucharlo, la hija menor de José Otoniel y María se le despertó la curiosidad por saber qué podía pasar. Por ello, cuando llegó a la capital antioqueña buscó la forma de entrenar.

Su primera competencia oficial con el club de Atletismo Bello, al que siempre ha pertenecido, fue un clasificatorio a los Juegos Departamentales en los que logró el paso a la final en Santa Rosa de Osos, y en los que luego ganó. Ese fue el punto de partida de la victoriosa historia de la deportista representando a una región que no era la suya y que la acogió como una antioqueña más.

Once años después que arribara y pisara la pista de atletismo Alfonso Galvis de la unidad deportiva Atanasio Girardot, Sandra, la primera colombiana en clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (el pasado marzo de 2019), haciendo la retrospectiva de cómo llegó a la marcha atlética, agradece la obstinación con la que el padre Jhonatan, ahora uno de sus grandes amigos, la inclinó por el alto rendimiento.

“Siempre digo que mi carrera ha sido bendecida. Vengo de una familia muy religiosa y cada paso, cada cosa buena que me ocurre, la relaciono con mi fe en Dios”, expresa esta mujer de 26 años que empezó compitiendo en pruebas de fondo, pero que tras un ejercicio de imitación se decantó por la marcha.

Ese respaldo “celestial” que ha tenido su proceso está acompañado de su talento. En 2012 y con apenas tres años en el deporte, se convirtió en campeona mundial juvenil en 10 kilómetros marcha en Saranks, Rusia. Gracias a ese logro, ese año actuó en sus primeros Olímpicos, en Londres.

“Fue mi primera competencia en mayores. Pasé de hacer 10 a 20 km y, para sorpresa de la delegación, fui la mejor colombiana en la prueba (puesto 31 entre 60 competidoras) y hasta la fecha sigue siendo mío el mejor registro olímpico del país –1:33.21–”, expone. En Río-2016 ocupó la misma posición y mantuvo la marca; sin embargo, sintió que no avanzó y decidió hacer un sacrificio más: radicarse en Bogotá.

“Necesitaba mejorar mi gesto técnico y acá, entrenando solo con marchistas podía mejorar”, dice la atleta, quien agrega que fue una decisión acertada pues bajó su tiempo de una hora y 30 minutos, a 1:28. En Bogotá vive sola. Allá tiene que costearse la vivienda, aunque su preparación deportiva corre por cuenta del Comité Olímpico que le proporciona todos los recursos.

“Entreno de lunes a sábado, a doble jornada y cada día trabajo algo distinto. Tengo entrenamiento en pista, hago gimnasio, y manejo la parte mental, todo enfocada en ser la mejor, porque cuando hago algo siempre doy todo de mí”.

Campeona nacional, suramericana, bolivariana, panamericana, latinoamericana y mundial juvenil y quinta en mayores, son algunos de los valiosos resultados que posee la atleta, cuya carrera ha contado con el apoyo de las instituciones departamentales y nacionales. Con ese respaldo a lo largo de su proceso, ahora va por la meta de ser medallista olímpica. Como ella, son cientos de deportistas colombianos que se esfuerzan por progresar en la actividad que los apasiona y que luchan, con la ayuda de sus padres, manos amigas y dirigentes, para lograr sus metas competitivas. Aquí retratamos otros de ellos .

ELENA VEGA ESCOBAR, UNA DANZA PRECISA EN DOS DISCIPLINAS

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Primero conoció las habilidades de su cuerpo con el ballet y la danza contemporánea. Elena debutó a los cinco años en compañías de baile, aprendió de disciplina y elegancia, puso su agilidad y sus movimientos por más de una década al servicio de los escenarios.

No obstante, a 19 años de edad, cuando se lesionó la columna, llegó el rugby subacuático como una forma de terapia. En el Club Makos, al que se vinculó, comprobó que su cuerpo era capaz de aguantar la respiración durante 30 segundos o más y empujar el balón hacia las canastas. Un amor, dice, del que no pudo librarse.

¿Una bailarina de ballet jugando rubgy? Sí, batalló contra sus límites, en un deporte grupal y de contacto que, además, depende de la estrategia. Los entrenamientos fueron más fuertes y su puesto en el equipo más importante.

Hay que ser equilibrista con el tiempo: estudia Medicina en la U. de A., comenzó a alzar pesas para complementar el rugby y este año se proyecta para los Juegos Universitarios Nacionales. En rugby, la meta no es menos ambiciosa: avanzar en su proceso competitivo para ganar, con su equipo, las paradas nacionales. “Y, además, espero llegar a las selecciones de Antioquia y Colombia”. Y en natación, ha conquistado ya varios campeonatos con Makos. En piscinas de entre 3,5 y 5 metros de profundidad, Elena sumerge la careta cada tarde, en entrenamientos de una o dos horas. Quiere ganar y dice que, para ambas disciplinas, hay tiempo, un cuerpo y una mente capaz de desafiar cualquier esquema. Es sinónimo de superación.

ARNOVIS DALMERO, CIENAGUERO QUE NO PARA DE SUMAR OROS

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El atleta Arnovis Dalmero Arvilla, oriundo de Ciénaga, Magdalena, comenzó este año dejando ver sus mejores marcas y subiendo al podio.

A finales de enero consiguió el oro en el salto triple del Meeting suramericano en Cochabamba, Bolivia. Lo hizo, junto a la velocista cesarense Natalia Linares, quien consiguió tres medallas en su modalidad. Este triunfo para Dalmero es el anuncio de un periodo de buenas cosechas deportivas: es la primera competencia del año, pues recién se recupera de una lesión que lo tuvo tres meses alejado de las pistas. Esa situación, cuenta es una de las pruebas más difíciles para un deportista.

Con 20 años, inició su carrera bajo la influencia de su prima. En 2014 ya asistía a los Juegos Supérate y en 2017 llegó al logro que más ha celebrado: el Mundial de atletismo sub-18 en Nairobi, Kenia, donde alcanzó la medalla de bronce en salto triple. Ahora, comenta, sueña con lo que anhela casi todo deportista de alto rendimiento: que sus marcas y participación en eventos internacionales lo lleven a conseguir un puesto en los Juegos Olímpicos de Tokio-2020. A los deportistas jóvenes les recuerda que la perseverancia y dedicación son cruciales para salir adelante.

YENNY SINISTERRA, BICAMPEONA MUNDIAL, VA POR TOKIO 2020

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Cuando levantó sus primeras pesas lo que hubo, antes que nada, fue miedo. La pesista Yenny Sinisterra, de 19 años, recuerda que de niña su mamá la llevó a los entrenamientos en el gimnasio de Tuluá.

No le gustó: había que llevar el cuerpo al límite, aprender a sortear el dolor y las lesiones, una serie de frustraciones que pueden ser tan personales como solitarias.

Sintió, entonces, que no podía, además porque en las jornadas de preparación, durante esos años, había cinco niños y ella era la única mujer, lo que le parecía un mal presagio. “Yo decía: no, no puedo, porque esto es de hombres”, recuerda. Tuvo, sin embargo, la luz y compañía de su entrenador, quien le insistió para que siguiera practicando y le mostró fotografías de otras mujeres como ella que, levantando pesas, representaron a Colombia.

Yenny se vio reflejada, ahí sí, en esas imágenes y, tras meses de trabajo, no tardó en figurar segunda en un certamen departamental. Hoy, después de superarse, su historia cuenta grandes triunfos. En octubre del año pasado ganó oro en el Mundial juvenil en Fiji, en los 55 kilogramos, logro que le permite pensar en que en los Olímpicos de Tokio puede subir al podio. A las niñas que levantan pesas les brinda aliento: “Hay que luchen y tomar las cosas con calma. Aún con las caídas, es un deporte que da muchas oportunidades”.

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