Aparte de tener un récord de precandidatos y candidatos por firmas, esta contienda electoral, que podría culminar hoy, o extenderse hasta el 17 de junio si hay segunda vuelta, tuvo elementos que rompieron el molde. Desde 1970, cuando la Anapo, comandada por el general Gustavo Rojas Pinilla, una fuerza alternativa no amenazaba al establecimiento.
Tres décadas después, la mejor votación para un candidato de izquierda se presentó en 2006, cuando el constitucionalista Carlos Gaviria Díaz, luego de unificar múltiples fuerzas, obtuvo 2.613.157 votos en la primera vuelta presidencial.
Desde que se expidió la Constitución de 1991, con excepción de la elección de 2010, cuando Antanas Mockus llegó a segunda y de los dos triunfos de Álvaro Uribe en primera, al país le ha tocado escoger entre dos modelos parecidos.
En contraste, esta vez las ideologías políticas de derecha, izquierda y centro, que parecían anacronismos condenados a los libros de historia, revivieron, y cada candidato hizo el esfuerzo por ubicarse en determinado espectro.
Para Freddy Santamaría, director de la Maestría en Estudios Políticos de la U. Pontificia Bolivariana, pese a que varios quisieron ubicarse en el centro, primaron los discursos tradicionales de enfrentados de izquierda y derecha, “que polarizaron el escenario dejando en el aire la idea de que alguna de estas posiciones es la que conviene”.
Quizá, la firma del Acuerdo con la Farc le quitó, de momento, el estigma a la izquierda, siempre relacionada con la lucha armada, pero también declararse abiertamente de derecha, en ocasiones algo asociado al paramilitarismo o posiciones radicales, dejó de ser vergonzante.
Según Nury Gómez, polítóloga y especialista en Comunicación Política, aunque se habla de polarización, de que el país está divido, de un agotamiento ideológico, tenemos hoy el primer debate ideológico abierto y libre en más de 40 años.
“No todos son lo mismo, hay variedad, diferencias, desencuentros. Por fin no pensamos todos igual. La desventaja es que aún no estamos preparados para asumir con altura una confrontación ideológica, que se queda en las formas y poco en fondos”.
Esta división de la opinión pública es válida y de provecho para la democracia, siguiendo a Fabio Sánchez, director de la Escuela de Política de la U. Sergio Arboleda, siempre y cuando se mantengan unos acuerdos mínimos sobre la defensa de la democracia y la paz. Agregó que el problema es que los ataques personales, y el discurso de odio invisibilizan los temas importantes: reducir la corrupción, buscar el desarrollo, mantener la paz y promover una mejor inserción internacional del país.
En contraposición Carlos Builes, docente de Ciencia Política de la Bolivariana, afirmó que ha habido un ambiente de paz no antes visto en la historia de nuestra democracia. Hace cuatro años la campaña fue sacudida por el escándalo del hacker de Óscar Iván Zuluaga.