Querido un público, porque esta carta no va dirigida al público en general sino a un público en especial. Ya se sabe que no hay un público completo, total, así los totalitarismos y algunas marcas transnacionales lo quieran.
Los públicos son variados, algunos coherentes y otros difusos, los más líquidos (la enorme multitud solitaria) y algunos unidos por momentos para la conformación de la hinchada (públicos que se dan por horas) o para la guerra, a los que hay que estar atizando con propaganda para que no se disuelvan. De igual manera hay grupos intelectuales (comunidades científicas). También grupos cerrados y abiertos, como dice Elías Canetti en Masa y poder . Los grupos cerrados exigen unas características previas en el individuo. A los segundos con ingresar basta. Lo único que caracteriza a todos los públicos, sean los que sean, es la búsqueda de una identidad.
Por estos días, la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana, en unión con el grupo Sicla de España, realizó el II Seminario sobre identidad cultural latinoamericana . Y ahí fue donde usted, un público, se hizo presente para escuchar las distintas ponencias, provenientes de México, Chile, España, Colombia, etc. Hasta aquí esto es una mera noticia. Pero el asunto es más trascendente, ya que si algo no sabemos bien qué es, es la identidad que nos acredita a los latinoamericanos. Desde que Fernando González escribió Los negroides , saber quiénes somos y qué papel tenemos en esta parte de la corteza terrestre ha sido un lío. Ya se sabe que estas tierras son buenas para criar delirios, desmesuras, deseos, confusiones y calores, pero poca identidad.
Decir que América Latina es una enorme mezcla, es algo que linda más con el deseo que con la realidad. Una mezcla hace que sus componentes se unan y produzcan un cuerpo determinado e identificable. Pero entre nosotros, que somos tan polarizables, se diferencia muy bien entre un blanco y un negro, un indio y un mestizo, un mulato y un chilapo, etc. Incluso decirle a alguien que es un indio, es tomado como insulto. E igual pasa cuando se dice negro. Es cosa de locos que, en pleno siglo XXI, la diferencia racial siga vigente cuando, como dice Carl Sagan, los humanos no somos razas sino terrícolas. Pero, querido un público, parece que el asunto no es así y todo se debe a que por encima de la razón está el deseo. Y ese deseo niega la realidad presente y la espanta. Y en ese espantar no hay identidad ni nada. Sólo algunos preguntándose, gracias a D-s.
Público: grupo de personas que se unen de acuerdo a intereses determinados. Esos intereses, por lo común son temporales. Esto llevó a que Karl Popper dijera que la opinión de un grupo carece de validez, porque siempre es diferente a la del individuo que, cuando está solo, asume otra actitud y hasta se arrepiente.
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