"Roberto Posada García-Peña estudió Derecho, pero por sus venas corría sangre de periodista y de político, y todos sabíamos que no se dedicaría a su carrera", cuenta María Isabel Rueda, periodista y compañera de D'Artagnan en la universidad.
Posada falleció el lunes en la noche en la clínica El Country, en Bogotá, a causa de una larga enfermedad.
Quienes lo conocieron lo consideraban buen amigo, leal, y un papá muy dedicado.
Era muy inteligente, le encantaban las tertulias y los debates polémicos, y le gustaba organizar conversaciones entre personas de ideologías diferentes para sacar buenas conclusiones.
"Tenía una excelente capacidad de convocatoria de amigos y enemigos y no concebía una buena reunión sin la participación de sus familiares", asegura Rafael Santos, actual director de publicaciones de El Tiempo y su compañero de trabajo desde hace casi 30 años.
D'Artagnan será recordado siempre por las personas que lo rodearon, por su alegría, por su buen sentido del humor y su toque irónico para la política, pero sobre todo, por su solidaridad.
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