Un empate con sabor bastante agrio logró Boyacá Chicó en su plaza, frente al América de Cali, un equipo de altas y bajas que pescó un punto milagroso.
Los elencos necesitados de ganar, sobre todo el rojo del Valle. Sin embargo, por iniciativa, actitud y dominio debió ganar el local, pero dilapidaron muchas opciones de aumentar el marcador, que desde el minuto 15 les favorecía con la anotación del brasileño Edilio Cardozo, luego de pescar un rebote que dejó un potente remate de Anthony Tapia.
Los dirigidos de Alberto Gamero no supieron rematar: Raúl Asprilla, Miguel Caneo y Cardozo, quedaron debiendo en la primera parte una cuenta que en la segunda cobró el americano pese a que tuvo que quemar dos cambios antes de la primera mitad y que debía resentirse por el factor de la altura
América supo defenderse y controlar las incursiones atropelladas del local, especialmente con un arquero que intervino con éxito en dos ocasiones de alto riesgo para su portería.
Para la segunda parte los escarlatas se soltaron con el veloz Édison Toloza y Andrés Andrade, sorprendiendo con sendos lanzamientos que, para fortuna del colectivo, boyacense no terminaron en la red.
Pero Chicó fue el que más tuvo el balón, jugó la mayor parte del tiempo en la mitad y en predios de la visita y falló en lo que ha sido su debilidad característica: falta de definición.
El local Asprilla salió para dar ingreso a Charles Monsalvo, hombre de mayor claridad arriba pero sin fortuna en este juego, pues se lesionó minutos después y le relevó Winston Girón. Pero este último no clarificó arriba, donde Cardozo no es contundente.
Sobre los 32 minutos vino la jugada que equilibró la pizarra, a despecho de lo que sucedía en el terreno de juego: Adrián Ramos por derecha sacó un potente remate que dejó sin opciones a Alejandro Botero.
De ahí en adelante, los diablos rojos pusieron en práctica el manual de saber administrar un resultado: botar el balón, fingir faltas, quedarse en el piso, reclamar al árbitro (de aceptable trabajo) y dejar que el cronómetro sentenciara, aún con cuatro minutos de adición, la pena para los chicos de Gamero (quien expresó su molestia y desaprobación por este método del rival) que no ganan en casa y suman de a poquitos. Un avance insuficiente para abandonar el incómodo puesto en los bajos de la tabla del torneo.
Y con un panorama difícil, pues los próximos dos juegos serán a domicilio, en Barranquilla con Junior y luego en Armenia con el Quindío.
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