Gracias a una visita del Padre Calixto, doña María Rosas Arroyo, que casi se muere aquejada de un cáncer, hoy goza de mejor salud.
El milagro lo cuenta Catalina, su hija de 14 años, residente en el barrio San Javier.
"El Padre iba mucho a mi casa, mi mamá estaba muy mal y él fue a aplicarle la extrema unción, después mi mamá fue a la operación y se alivió", narró la niña muy triste en la velación del sacerdote, cuyas honras fúnebres se celebraron ayer.
Tanto en la velación, como en la misa de despedida y en el sepelio, el pueblo acudió en masa a despedirlo, a ver su rostro por última vez o rezar una oración por el que en vida siempre rezó por la comunidad. Frente al féretro desfilaron miles de personas.
Y en medio de cantos y muchas oraciones, la gente iba contando sus historias.
Juan David Moreno, estudiante de grado 5 del colegio el Perpetuo Socorro, era uno de sus acólitos.
Este niño de 11 años guarda con cariño la foto del día de su Primera Comunión, sacramento que le concedió el Padre. Él nos llevó hasta su computador y nos compartió esas imágenes que ahora no dejará borrar nunca de su aparato.
"Él era muy bueno para uno confesarse, me decía que me manejara bien, que fuera buen hijo", narró el niño.
Otra señora, Rubiela Gaviria, le agradeció al Padre el haber sido el único que le dio la Primera Comunión a su nieto, porque otro padre se la había negado.
"Por eso estoy triste, cosas como esa lo hicieron grande y muy querido", puntualizó la señora, una de las tantas que guarda un grato recuerdo del Padre.
En su honor, antier y ayer hubo romería. A muchos, la muerte del sacerdote, les dejó roto el corazón.
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