En la gran zona del Oriente Medio, sólo existen técnicamente dos democracias, la de Israel y la de Irán. Ambas con los problemas originados por la crónica desestabilización política que marca la región a causa de las diferencias étnicas, religiosas y económicas.
El pasado viernes se realizaron elecciones en Irán y el acompañamiento de los electores a la jornada fue récord, en un país que lucha por desmarcarse del mapa como una amenaza para el mundo occidental.
Lo único malo de la jornada, aparentemente democrática, era que los candidatos fueron "perfectamente aprobados" por el Consejo de los Guardianes de la Revolución que rige los destinos de Irán. Al final de las cuentas, el actual presidente, Mahmud Ahmadineyad, consiguió el 63 por ciento de los votos.
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