Antonio Banderas empezó a colaborar con Almodóvar a los 22 años en Laberinto de pasiones y lo hizo en cinco películas hasta Átame del 90, después de la cual se radicó en Hollywood.
Ahora cincuentón, en la rueda de prensa posterior al estreno de La piel que habito , Banderas reconoció con su voz taciturna que oiremos pronto en la versión animada de El gato con botas , que se sentía como en un regreso a casa y al tipo de cine más artístico que no aparece con frecuencia.
La piel que habito está basada libremente en la novela Tarántula, del francés Thierry Jonquet. Desde Carne trémula del 97, el cineasta manchego no basaba sus filmes en un texto de otro autor. La historia gira alrededor de Robert Ledgard (Banderas), un cirujano plástico que vive en una mansión con una criada representada por Marisa Paredes, quien le ayuda en el cuidado de Vera (Anaya), una misteriosa mujer en cuya piel el cirujano realiza experimentos. Siempre registrada por las cámaras, Vera es prisionera y objeto del deseo.
Como muchas de las pinturas clásicas de mujeres desnudas que adornan la casa, el anterior es sólo un dibujo del laberinto de historias que se desarrollan. Acá el presente es el futuro: la historia ocurre en 2012 en Toledo, pero luego hay vueltas al pasado para explicar los motivos y los antecedentes de los personajes. Almodóvar ha acostumbrado a su público a esperar con paciencia hasta el final para juntar sus rompecabezas.
Los temas de Almodóvar aparecen al rojo vivo: identidad sexual, venganza, amor, relaciones de parentesco, traición, soledad, ansiedad, muerte, en suma: el típico melodrama almodovaresco.
Ahora el manchego intentó hacer una película de horror, o en sus palabras: "terror sin gritos, ni persecuciones". Además, quiso representar al científico loco y perverso de una manera muy simple. Banderas recibió instrucciones de contener sus expresiones: "Todo lo contrario al Hannibal Lecter que se saborea los labios", dice al actor malagueño en referencia al caníbal de El Silencio de los inocentes . "Quería una historia lo más austera posible en las actuaciones", lo complementa Almodóvar.
Por supuesto, quien sabe del lujo de sus producciones, puede satisfacerse con el sonido y las imágenes, siempre tan exuberantes en la obra de Almodóvar. Alberto Iglesias, como es usual, se encargó de la música muy presente a lo largo del filme, mientras que cada objeto, cada color, cada rostro, cada fondo, siempre resulta en un festín para los ojos.
Hay guiños claros a obras de la literatura como Frankensteiny Pygmalion , y a otras películas como Vértigo de Hitchcock y Los ojos sin rostro de Georges Franju. Ciertamente Almodóvar es un gran conocedor de las artes y no sólo en sus filmes rinde homenaje a obras de todos los tipos, también sus personajes siempre leen a tal y cual escritor u ojean, en el caso de Vera, un libro con las reproducciones de Louise Bourgeois.
Quizás por basarse en un libro, hay momentos en que se percibe que el drama va tan rápido y es más punzante de lo que podrían resistir la piel de los personajes. Con tantos giros y sorpresas, sorprenden las reacciones y la evolución de los individuos.
En La piel que habito les falta la memoria y la estatura de otros seres almodovarianos. ¿Culpa de la fuente original o afán de abarcarlo todo? Hay un personaje brutal, disfrazado de tigre, que irrumpe en la mansión del médico, por el que se pasa con rapidez para propulsar la historia principal. Y aunque posee las claves del pasado, su rol se corta abruptamente y resulta poco convincente. El cine de ahora tiene muy dura competencia con las series de televisión de calidad, que con los mismos recursos del cine, tienen tiempo de sobra para presentar un universo más redondo y profundo. Por eso en cada minuto del cine se debe tener el pulso y el bisturí de un cirujano.
¿Un maestro del melodrama o un genio haciendo telenovelas? El público y los críticos norteamericanos parecen divididos con su última producción. En lo que sí existe consenso es que Almodóvar es un artista que siempre sabe entretener. Acaso el fin primordial.
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