Garantizar un software sin problemas es el gran reto de la industria del sector, y se discute sobre la posibilidad de lograrlo; pero existe consenso en algo: muchas de las fallas y faltas de los aplicativos, en especial las más graves, pueden preverse, evitarse. Parece simple, pero hace 15 años el software testing era un servicio casi inexistente en Colombia, y fue en ese contexto que María Clara Choucair fundó la empresa que lleva como nombre, su apellido.
Hoy el panorama es bien distinto, de hecho no se concibe el desarrollo de software sin las pruebas o testing: “debe hacerlo el mismo desarrollador, y también existen servicios como el nuestro, por outsourcing”, anota esta ingeniera de sistemas de la Universidad Eafit, que a lo largo de la conversación encadena una idea con otra y recuerda que su trabajo está en un área intangible, donde hay pantallas y detrás un modelo que no se ve, algo etéreo que admite demasiadas combinaciones y, por eso mismo, admitiría muchos problemas, pero para eso están ellos, para que sean menos.
Un servicio más global
15 años son poco para llegar a sumar más de 300 empleados en Medellín, Bogotá, Lima y Ciudad de Panamá, pero cuando se mira con detenimiento el enfoque de María Clara, se adivinan algunos de los movimientos que la llevaron de ser una pionera en el país, a consolidarse como una de las más fuertes en el campo del testing. Su modelo de negocio no está concebido como el de una empresa dedicada a probar el software de otras; sino como el de una consultoría que le anuncia a su cliente los problemas que pueden afectar el valor del producto, de manera que los proyectos tengan mayores posibilidades de éxito, y hasta les anticipa qué deberían tener en las versiones futuras.
Es en ese contexto en el que la ejecutiva dice que detesta la palabra calidad, pues desde su perspectiva hay muchos puntos de vista posibles: “¿es la calidad del software? ¿La calidad en el servicio que le prestamos al cliente? ¿La de sus empleados? ¿La de los nuestros? ¿La calidad según el usuario?”, se pregunta. Hay que pensar mejor en términos de atributos, de saber, como explica Choucair, que es el dueño del software quien define qué quiere causar con este en cuanto a sensaciones y utilidad; mientras en su empresa como testers, se enfocan en que lo logre con el menor número de problemas.
Así que con sus clientes la relación no está mediada por “proyectos”, sino por un acompañamiento presencial, en la búsqueda de que el trabajo sea más eficiente, “esto no es una fábrica, aquí nos enfrentamos a problemas cognitivos, somos un outsourcing, pero no visto como mano de obra, como pasa en la actualidad, sino un servicio completo de asesoría y acompañamiento”, enfatiza.
Disciplina y pasión
La receta no termina allí, hay que ser bueno en lo que se hace, y aunque en la década de 1990 María Clara no tenía idea de que era buena para el testing, una colega que trabajaba en ese entonces en una empresa de telecomunicaciones le pidió que hiciera las pruebas de un software de la misma; lo hizo bien y se quedó siete años, como outsourcing. “Fueron ellos los que me impulsaron a crecer, pues yo hacía la labor, pero no había creado la empresa. Su apoyo fue fundamental”, anota.
Además de ser bueno en lo que se hace, hay que quererlo, divertirse con ello, disfrutarlo, lo cual para la creadora de Choucair sigue siendo cierto 15 años después. “Lo más rico es estar contento con lo que se hace y ver crecer a los clientes, ¿para qué una empresa si no se es feliz? Yo no hago negocios por hacerlos, si no le aportamos de verdad algo al cliente, es mejor no tenerlo”.
Son tres lustros en los que también ha debido aprender a manejar asuntos personales como su carácter, por eso dice que está segura de que Choucair la ha hecho una mejor persona: “al principio me preocupaba sobrevivir, pero las empresas son entes vivos que no solo generan trabajo y plata; así que se trata de cómo crecer y lograr que este sea un espacio para que los propósitos de los empleados se cumplan, alineando lo personal y lo profesional. También hay mucho de disciplina, intuición y juicio, en un proceso de aprendizaje que ha tenido mucho de prueba error”.
Una mujer sin miedo, que tiene claro, por el proceso vivido y por las empresas con las que ha trabajado, que hay mucho para aportar a otras organizaciones: “me he dado cuenta de que las empresas pequeñas sí pueden permear a las grandes, si se trabaja con eficiencia y responsabilidad”, anota. Choucair dejó de ser pequeña hace rato, pero ella sigue atenta a cada detalle: “me gusta estar pendiente de los clientes y de los muchachos”, dice al referirse a su equipo de trabajo, el cual tiene en María Clara una líder que ha sabido arriesgar calculadamente, y que hoy los mantiene a flote como de los mejores del software testing en Colombia.