Jesús envía a hombres y mujeres a predicar el Reino de Dios, libres de la Ley, para vivir en el amor a Dios y la entrega a los demás.
Los envía en misión para pasar mostrando con la propia vida la cercanía de Dios en el sufrimiento físico, en la soledad, en las oscuridades y angustias, en los errores y fracasos, en la guerra y el dolor y, por supuesto, también en la celebración alegre de la esperanza y en todo lo que hay de bueno y bello.
Es una tarea que pide todo. Una misión para el coraje de la juventud capaz de tomar la vida en las manos y donarla. Una misión casi imposible hoy, cuando los jóvenes son atrapados en el narcisismo de la cultura dominante en que cada uno solo piensa en sí mismo, en su realización personal y en la adoración de las cosas que se puede comprar. En contraste, Jesús envía a anunciar un Reino donde se ama en serio, luchando por la dignidad humana igual de toda mujer y todo hombre y por el cuidado de la obra de Dios en la naturaleza.
Jesús quiere seguidores y no solo adeptos a una religión. No necesita miembros de una institución sino discípulos que se juegan todo por su proyecto.
Jesús deja claro los riesgos y los peligros de sus seguidores, no importa qué profesión ejerzan o en qué país estén. La imagen que presenta es dramática: serán como ovejas en medio de lobos feroces. Serán perseguidos a lo largo de historia humana. Y la persecución se dará en todas las ideologías y en todos los sistemas, porque las pasiones que destruyen al ser humano y destruyen la naturaleza están allí siempre y se volverán contra los discípulos de Jesús. Por eso los invita a no tener miedo. Lo dijo de muchas formas. No teman, no se echen atrás. La historia ha sido que contra los discípulos se vuelven actores armados ilegales, políticos corruptos, jueces inicuos, pero también militares y gobernantes y empresarios que piensa que hacen el bien al excluirlos y perseguirlos.
Jesús les da la misión de anunciar la paz, abrirle paso a un Dios para el que todos los seres humanos importan, un Dios cercano, que perdona y llama a un amor eficaz comprometido con nuestra historia, Dios de un amor responsable y justo, en este país nuestro, en Medellín, en nuestras familias….
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