Quien quiera enterarse de cómo va la descentralización en el país, puede echarle una ojeada al magnífico documento que publicó recientemente la dirección de saneamiento fiscal del Ministerio de Hacienda. Se titula: "10 años de transformación fiscal territorial en Colombia: 1998-2008".
En este estudio queda demostrado fehacientemente que uno de los procesos más exitosos de saneamiento fiscal que ha experimentado el país durante la última década ha sido, sin duda, el que ha tenido lugar a nivel del conjunto de las administraciones departamentales y municipales.
Mientras las finanzas del gobierno central han registrado un déficit permanente, las entidades territoriales han tenido un comportamiento admirable. Los datos que se encuentran en este estudio son abundantes y contundentes. Paso a compartir apenas unos pocos con los amables lectores.
Los ingresos totales de las entidades territoriales, como proporción del PIB, aumentaron del 7,6% en 2000 al 10,3% en el 2007.
Los pasivos pensionales están hoy -por la creación del Fonpet mediante la ley 549 de 1999- mucho mejor protegidos de lo que estaban hace una década. En la actualidad, el 33% del pasivo pensional de los departamentos está cubierto con reservas apropiadas cuando hace diez años carecía de cualquier respaldo.
Gracias a medidas decisivas (como lo fue en especial la Ley 617 del 2000) la tendencia a aumentar los gastos de funcionamiento a nivel de gobernaciones y municipalidades se ha moderado sensiblemente durante la última década. En efecto: mientras en el año 2000 departamentos y alcaldías destinaban en promedio el 99% de sus ingresos tributarios a cubrir gastos de funcionamiento (es decir, no les estaba sobrando nada para invertir) este porcentaje bajó al 61% en el 2007.
La conjugación de mayores ingresos tributarios y menores endeudamientos a lo largo de la década ha permitido que las entidades territoriales (a diferencia del gobierno central que ha venido registrando déficit sistemático) puedan mostrar un superávit continuado año por año.
Este menor déficit (o mejor, este superávit continuado) para el conjunto de las entidades territoriales les ha permitido aumentar lo que se conoce como ahorro corriente. Lo que ha hecho posible financiar una mayor proporción de su inversión con ahorro y no con deuda. El saldo del endeudamiento de las entidades territoriales como proporción del PIB que en 1999 era de 9,6% había disminuido en el 2007 al 5,4%.
Todo lo anterior no significa que no quede todavía mucho por hacer. Tanto los departamentos como los municipios deben modernizar sus estructuras impositivas y mejorar los recaudos. Aquellos que reciben proporciones importantes de sus ingresos bajo la forma de regalías deben esforzarse por manejarlas mejor y más pulcramente. Acá resta mucho por avanzar.
Los sistemas de monitoreo del gasto público regional deben mejorar también. Y -lo mismo que está sucediendo a nivel central- las administraciones públicas regionales deben redoblar esfuerzos para protegerse del alud de demandas judiciales que -a menudo sin fundamento- les están creando un riesgo de contingencias judiciales inconmensurable.
Pero es evidente que a nivel local el país ha experimentado una verdadera revolución fiscal. Lo que a veces se ignora injustamente. Este documento del Ministerio de Hacienda sirve para recordarlo.
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