En días pasados se dieron a conocer los resultados del Anuario Mundial de Competitividad que publica el International Institute for Management Development, IMD. En esta medición participan 59 países. Dentro de este grupo de países, Colombia ocupó el puesto 52 y, con respecto a la última medición, retrocedió seis puestos. De los cuatro factores que se evalúan en este Anuario, sólo se avanzó en uno, desempeño económico. En los otros tres, eficiencia del gobierno, eficiencia empresarial e infraestructura, se tuvo un claro retroceso.
Los resultados del IMD confirman lo que han revelado las últimas mediciones del Foro Económico Mundial en el sentido de que Colombia, respecto a sus pares latinoamericanos, concretamente Perú, Panamá, Costa Rica y Brasil, ha venido perdiendo terreno y que, en conjunto, el país no avanza en materia de competitividad.
Ambas evaluaciones evidencian que las políticas y las acciones que se vienen adelantando en competitividad no están siendo eficaces, ni suficientes y que ni el sector público, ni el privado pueden seguir siendo complacientes con los relativos avances que se obtienen en algunas áreas.
Además, estos resultados son, de nuevo, un llamado a definir no una agenda general de competitividad donde todos los aspectos se quieren cubrir de una sola vez, sino que la misma debe tener un carácter más estratégico y concreto.
En este sentido, por ejemplo, ambas mediciones coinciden en señalar, como bien lo conoce el país, que la infraestructura constituye un cuello de botella mayúsculo para avanzar en materia de competitividad. No obstante este reconocimiento, los avances en el desarrollo de la infraestructura son muy magros frente al reto que se tiene.
A pesar de que Colombia tiene la posibilidad de desarrollar una red de infraestructura soportada en un esquema multimodal, al momento no se vislumbran proyectos claros en este sentido. El desarrollo del ferrocarril o del transporte fluvial es más un deseo y una propuesta que una realidad. Todo está centrado, esencialmente, en el transporte por carretera en un país con una difícil y compleja geografía.
Los resultados de los últimos años de la medición de competitividad del Foro Económico Mundial indican que el país, aunque ha avanzado de manera importante en el manejo macroeconómico, no hace lo mismo en otros aspectos fundamentales de la competitividad, como son el régimen de competencia, la seguridad y, en general, las instituciones. Esto hace que, a pesar de que su nivel de ingreso es el de una economía de nivel medio, sus fundamentales de competitividad se asimilen a los de una economía con un bajo nivel de desarrollo.
Asuntos como los anteriores crean un marco de acción que no estimula un desarrollo más dinámico de los sectores económicos y de las empresas. El esquema de incentivos que se tiene no promueve, en las empresas, la modernización y la incorporación de nuevas tecnologías y nuevo conocimiento.
Por ello es que no basta con pedirles a las empresas que hagan mayores esfuerzos en competitividad. La acción del Estado y de los gobiernos regionales y locales es más determinante y necesaria.
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