En Medellín se está volviendo costumbre sacar la cocina a la calle con el pretexto de que se trata de una sancochada, pero son pocas las personas que con latas o adobes protegen el asfalto. La candela que le da el punto al sancocho también se devora el pavimento y después del apetitoso menú le queda a la ciudad un hueco que con el invierno se va haciendo más grande y lo extraño e ilógico es que quienes exigen que les repavimenten el cráter son los mismos que organizaron la verbena callejera. Recuerde que repavimentar una vía nos cuesta a todos una millonada.
Pico y Placa Medellín
viernes
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