Como "fieras rabiosas", en palabras del comandante de la Policía Metropolitana, coronel Luis Eduardo Martínez, actuaron los vándalos que la noche del domingo protagonizaron graves disturbios a la salida del estadio, luego del partido de Nacional.
Es tal la indignación del oficial por los hechos, que en forma vehemente pidió que el estadio Atanasio Girardot se cierre o que se mande al Nacional a jugar a otra parte.
"Hay que castigar a toda esa afición", porque el compromiso de acabar con este problema es de todos, apuntó el coronel, que recordó sus reiteradas advertencias de que algo malo se veía venir, "porque estos desadaptados, después de un partido, dejan de ser hinchas" y "se comportan como animales", dijo.
Y es que el balance de los hechos fue desalentador particularmente para su institución, pues al proceder a controlar la "turba" sufrieron heridas diez uniformados, uno de ellos incluso fue herido con cuchillo, aunque sus lesiones no son graves.
También fue atacada una patrulla que sufrió daños de consideración, así como dos caballos y un perro, que recibieron golpes contundentes, de lo cual la institución conserva fotografías como testimonios probatorios para judicializar a varios de los capturados, pues los uniformados heridos y la institución como tal interpondrán denuncias en la Fiscalía.
"Que no vaya a pasar que por no actuar a tiempo, un día tengamos una cantidad de muertos" en una de estas grescas, advirtió Martínez.
Además de los heridos de la Policía, hubo 17 civiles lesionados, ninguno de gravedad, y unos sesenta capturados, varios de ellos menores de edad que fueron entregados a sus padres, previa firma de un compromiso de ejercer mejor control sobre ellos.
Del total, precisó el coronel Martínez, unos 10 ó 15 están siendo judicializados y sobre ellos recaerá el peso de las denuncias elevadas por la Policía y la Administración Municipal, que también se vio afectada por los daños en el estadio y sus alrededores.
Pérdidas y desazón
Según Gabriel Jaime González, administrador de la unidad deportiva, en esta infraestructura los vándalos destruyeron 150 rejillas de cemento, las cuales despedazaron y convirtieron en rocas que lanzaban contra la Policía, los establecimientos y las vallas del estadio.
"Es triste que esto pase, uno lucha por mantener este escenario bonito para que la gente lo goce y vea lo que sucede", comentó el funcionario, que calculó los daños en 10 millones de pesos y dijo esperar lo que decida el alcalde, Alonso Salazar, respecto al escenario, que además sufrió daños en puertas, vallas de protección y algunos árboles que fueron arrancados para utilizarlos como objetos contundentes.
Con estos comportamientos los más preocupados son los comerciantes, formales e informales, de los alrededores del estadio, pues si bien viven en parte de la clientela del fútbol, no quieren hacerlo a costa de la violencia y el vandalismo. Lo dijeron en un local de la 70, que se está enseñando a cerrar cada que hay partidos: "el domingo, cuando vimos que venían y que esto se iba a prender, mejor cerramos", dijeron sus empleadas.
Igual testimonio dio Dorian Galarzo, quien el ver la "turba" mejor guardó y buscó refugio.
"No quedaba de otra mijo, a eso hay que ponerle remedio", expresó. Y con toda razón, hay que buscarle una solución de fondo antes de que se venga una desgracia mayor. Lo advierte, otra vez, el coronel Martínez.
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