Cultura no hay sino una, la humana, la del hombre y para el hombre. Lo que el ser humano hace es la cultura. En lo que hace demuestra lo que es. Su esencia. Ser y hacer son dimensiones distinguibles, no separables. El ser siempre está haciendo. En el hacer se manifiesta el ser. Por sus obras los conoceréis, dice el evangelio (Mt. 7, 16), puro sentido común. Eso nos exaspera, acostumbrados a vivir complicándonos, lejos del sentido común. Maravillosa enseñanza de Jesús la de llevarnos, por sentido común, a ser sacramento de Dios, es decir, simplicidad, transparencia, sencillez.
Decir cultura humana es pleonasmo. La cultura es obra del hombre. El pleonasmo tiene ventajas. Atrae, seduce; da gracia, elocuencia y vigor. Algo deseable en la comunicación. Eso que el centurión del evangelio conocía tan bien, comunicarse, y que el lector del evangelio quisiera saber dónde lo aprendió. "Basta con que digas una palabra" (Mt. 8, 8). ¿Cómo gastaba aquel hombre su tiempo? ¿En el silencio y la soledad, donde se sella el encuentro consigo mismo, con los demás, con el cosmos y con Dios? Dios es puro silencio, pura soledad. Excelentes vehículos de comunión, la identidad de Dios. El corazón que ama es sortilegio de comunión, eso que nadie sabe qué es, pero que todo el mundo anhela, vivir en comunión.
Quien hace silencio participa sin darse cuenta de la condición divina. Lo que les pasa a los amigos de la hospitalidad, que sin saberlo, hospedan ángeles. Así lo dice la carta a los Hebreos (13, 2), documento que sabe tanto del misterio, eso que el hombre es. Y también Dios. Hay tantos ángeles errantes por los espacios interplanetarios. Les encanta andar sin rumbo, viajar, volar de parte a parte, de sorpresa en sorpresa. ¿Será por eso que nos encantan los ángeles? Necesitamos ser lo que el corazón anhela, ir de cosa en cosa, ser errantes, transitar, vagar. Pura necesidad de silencio, soledad, comunión.
Cultura es modo de relación conmigo mismo, con los demás, con el cosmos y con Dios. Me miro. ¿Hago lo que soy? ¿Soy lo que hago? Me asusto. Sin mí no hay cultura. El hombre no se contenta con menos que infinito, dijo Pascal. Eso le pido al corazón, vivir en comunión, construir comunidad con todo, con Dios. Cada acción mía la quiero de comunión. Soy agente de cultura haciendo lo que hago. Tomo la decisión de amar, de vivir en comunión.
* Monticelo, Centro de Mística
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