Se siente la Feria de Flores. El apetito por demostrar las tradiciones paisas se palpa en cada rincón de la ciudad.
Por fin se ven las tribunas que permitirán, a los invitados y observadores, tomarse literalmente las calles para disfrutar diez días de fiesta.
El verano espléndido de estos días, los jardines en los balcones, así como el viento que eleva cometas, se convierten en una calurosa bienvenida para los visitantes y locales, quienes no ven la hora de vivir una de las fechas más esperadas en la ciudad.
El olor a flores, un símbolo de la eterna primavera de Medellín, llega acompañado de todas las tradiciones autóctonas, que hacen de esta fiesta un derroche de alegría.
Una cita que contagia de entusiasmo paisa.
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