Era el momento. Este y ningún otro. Más adelante las responsabilidades de terminar sus carreras, un trabajo estable en su área y, también ¿por qué no? La posibilidad de un hogar juntos quizá los harían aplazar de manera indefinida la decisión.
Y el objetivo era una aventura como ésta.
"Teníamos que hacerlo en este momento, porque luego ya tendríamos que empezar a pensar en otras cosas y quién sabe si podríamos", dice Martín con la satisfacción, luego del regreso, de quien cumple uno de sus más preciados anhelos.
Por eso al principio del año Martín Ferrer y su novia María José Duque decidieron suspender sus semestres de ingeniería de producción e ingeniería de diseño, respectivamente, para encender la motocicleta Yamaha XT 600 de Martín y emprender el viaje.
Salir de Colombia, pasar por Ecuador, visitar Perú, llegar a Chile y recalar en Argentina y luego deshacer el camino por la misma ruta.
El equipaje
Empacaron algo de ropa que fuera lo más cómoda posible. También las herramientas necesarias para afrontar situaciones técnicas de emergencia.
Algunos elementos para supervivencia. Plata, no mucha. Y todas sus ilusiones y expectativas, que sí eran grandes.
La ruta, cuenta Martín, la definieron con ayuda de amigos y otras personas que ya habían realizado el viaje. Escuchar sus recomendaciones, sus historias y experiencias fue un poco el aprendizaje inicial.
También recurrieron a algunas páginas de internet especializadas en el tema.
Antes de arrancar la moto recibió algunas pequeñas modificaciones. Le cambiaron el "sproker" para hacer el vehículo menos "amarrado", ganar mayor velocidad final y también mejorar el rendimiento en el consumo de combustible.
De igual forma le adicionaron el vidrio delantero a la manera de parabrisas. Las llantas fueron de doble propósito.
Pero también algunas de las modificaciones o accesorios fueron su creación. Es así como las maletas metálicas para el viaje y los soportes en los que éstas van montadas los desarrollaron y construyeron ellos mismos. Aprovecharon sus conocimientos en la ingeniería, no solo un alarde para la creatividad, también les permitió ahorrar un dinero muy útil para el camino.
En la ruta
Una de las cosas que descubrieron estos jóvenes en sus desplazamientos por las carreteras de Suramérica, es que los viajeros en moto son una comunidad grande y variopinta.
Desde los solitarios europeos, que prefieren viajar así por las vías de la región, hasta parejas de esposos que después de un tiempo deciden darle una nueva sensación a su relación y arrancan en estos desplazamientos.
Muchos colombianos cruzan diariamente por los caminos. Y todos ellos en algún momento se convierten en una ayuda, una mano amiga o la simple compañía para quienes a bordo de su moto emprenden la ruta.
La experiencia
El alojamiento no fue un problema. Hoteles, hostales, zonas de campamento y casas de amigos o conocidos en algunos de esos países, les dieron refugio durante los meses que estuvieron lejos de sus casas y de sus camas.
"En Chile o Argentina, por ejemplo, se encuentran unas buenas zonas para campamento con las condiciones necesarias para estar cómodos", anota Martín.
Pero a veces el orientarse en algunos países no era tan fácil. Los mapas fueron una buena ayuda en Chile y Argentina, otra vez estos países. Pero en Colombia o Ecuador, no son un recurso tan eficaz, comenta Martín Ferrer.
Un lugar especial en la memoria, Martín no lo puede señalar.
Son muchos los recuerdos y las postales que apreciaron de esa Suramérica que solo se puede conocer cuando se rueda por ella montado en una motocicleta.
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