Las declaraciones entregadas al periódico por la directora de Colciencias, Paula Marcela Arias, han puesto de manifiesto la preocupación que existe en el mundo de la ciencia nacional por el estado del sector.
Afirmaba que el país requería más y mejores científicos y que el sistema de regalías era adecuado para el manejo de los recursos. Y dejó en claro que se hará un esfuerzo grande en innovación.
Estas afirmaciones pusieron en la agenda los diversos problemas del quehacer científico, base del progreso, problemas que se acentúan hoy cuando el sistema, en apariencia, dispone de unos recursos que reclamaba hace años, y generaron además la reacción de más de 700 investigadores que han reclamado por las afirmaciones de la Directora.
De a poco, más a partir del Sistema General de Regalías creado en 2011, comenzó a equipararse la competitividad con la innovación, dejando de lado la generación de conocimiento básico, como quedó claro con el decreto que actualiza el Sistema Nacional de Competitividad e Innovación que busca entre otras que todos "los esfuerzos que se realicen para promover la competitividad se lleven a cabo de manera articulada con los instrumentos de fomento a la innovación".
Se le dio al sistema una orientación productivista en desmedro de la generación y aplicación del conocimiento. Decía el director de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Enrique Forero, que no hay país que no invierta en ciencia básica y avance.
Los problemas van más allá. Con el Sistema de Regalías las investigaciones quedaron supeditadas a los gobiernos departamentales de turno, desarticulando el sector y convirtiéndolo en una colcha de retazos a voluntad de los intereses cortoplacistas de los gobernantes sin posibilidad de planes y programas transversales para todo el país.
El sistema no ha despegado. En Antioquia, por ejemplo, proyectos aprobados de la vigencia 2012-2013 no han empezado por las trabas en los entes que intervienen. No extraña que el Observatorio de Ciencia y Tecnología informe de una desaceleración en la producción científica.
Los proyectos son aprobados por un comité en el que la academia es solo una parte de la cabeza, primando la visión de la innovación como la panacea. Decía el exrector de la Universidad Nacional, Moisés Wasserman, que esta llegó más por moda y Colombia se ha quedado en mejorar un poquito lo que ya existe.
De este modo hasta Colciencias perdió categoría pasando a ser una especie de secretaría técnica y no un Departamento Administrativo.
Los recursos que ansiaba el sector son distribuidos por partes ajenas, afectándose la actividad científica, a lo que se suma que cada año se reduce el presupuesto de Colciencias destinado a investigación generadora de conocimiento.
Para completar, este ente parece haber entrado al sistema de repartición burocrática con lo que los científicos perdieron interlocución.
Así el país, que no tiene ni un tercio de los doctores que debiera por cada mil habitantes para producir conocimiento básico vital para lograr una verdadera innovación y la modernización que tanto se pregona, pierde una oportunidad inmejorable para avanzar por la senda del progreso seguro.
Es hora de repensar el sistema y corregir errores que afectan de manera seria el trabajo científico.
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