Las tensiones entre el Gobierno y las Farc se vuelven cada vez más frecuentes. Sin acuerdos concretos en 11 meses de diálogos frente a frente, con la proximidad de una contienda electoral en un país polarizado, crecen la incertidumbre y el temor de que las diferencias y el ruido por fuera de la mesa de negociación frustren otra ilusión de paz del país.
Lo cierto es que en los últimos meses las diferencias y cruces de declaraciones entre los jefes guerrilleros y los negociadores del Estado por temas sensibles como la participación política, las víctimas y las leyes que se diseñan marcaron el ritmo lento e interrumpido de los diálogos.
Y, sobretodo, desviaron las discusiones de la agenda preacordada, en momentos en que un amplio sector de los colombianos y el mismo presidente Juan Manuel Santos reclaman celeridad y más resultados.
El último episodio del contrapunteo trascendió a los negociadores al aparecer en escena el máximo jefe de las Farc, alias "Timochenko", quien molesto por las declaraciones de Santos sobre las Farc y el conflicto ante la asamblea de la ONU, en Nueva York, advierte en una carta al mandatario que autorizó revelar detalles confidenciales de los diálogos.
Según el jefe guerrillero, la orden de divulgar se da en respuesta "ante tan grande ofensiva discursiva y mediática contra nosotros y lo que sucede en la Mesa, con el exclusivo propósito de que el país y el mundo conozcan en verdad lo que ocurre".
La declaración del presidente ante la asamblea de la ONU, el pasado martes, no cayó bien en el grupo insurgente. Además de defender la autonomía del Gobierno para terminar por la vía negociada el conflicto, Santos aseguró que ya es hora de resolver el conflicto armado.
"Llevamos ya un año negociando y solamente tenemos acuerdos en un punto y la paciencia del pueblo colombiano y el mundo entero es limitada".
En la carta que titula "tanta retórica hace daño, Santos", alias "Timochenko" recrimina al Jefe de Estado: "Presidente Santos, su discurso apunta a señalar con un grave e irresponsable sesgo, que el conflicto armado colombiano, la guerra, esa que ha dado en llamar mula o vaca muerta atravesada en el camino, es atribuible de manera exclusiva a la insurgencia".
En respuesta, el jefe del equipo negociador del Gobierno, Humberto De la Calle, calificó de "incomprensible" la reacción de la guerrilla y de amenaza no tolerable. Y advirtió que "la confidencialidad fue pactada por ambas partes con el propósito de preservar la conducción del diálogo".
Diferencias y reacciones
Las reacciones no tardaron en llegar. El coordinador residente de la ONU en Colombia, Fabrizio Hochschild, aseguró que "en toda negociación hay altos y bajos, y lo que cuenta es lo que pasa en la mesa, no lo que pasa en la prensa o en la retórica. Es mejor no fijarse demasiado en la retórica".
Pero a Clara López, presidenta del Polo Democrático y candidata presidencial, le preocupa que "se enrarezca el ambiente en la mesa de La Habana, parece que las cosas no van bien, hay demasiado secretismo".
La dirigente propuso le mediación de personalidades como el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva o instituciones con experiencia en resolución de conflictos, como el Centro Carter.
No es la primera vez en los 10 meses que ajusta el proceso de paz que trascienden las diferencias entre el Gobierno y la guerrillas.
Durante ese período las Farc cuestionaron el Marco Jurídico para la Paz, la base legal que permite aplicar la justicia transicional, la desmovilización de la guerrilla y su transición a fuerza política.
También rechazaron el proyecto de ley sobre un referendo de posibles acuerdos de paz e insisten en una asamblea constituyente, que rechaza el Gobierno.
Estos son los asuntos que distancian al Gobierno y las Farc, que también dividen a los colombianos a favor y en contra del proceso de paz, y que ahora se agitan en un repetido cruce de declaraciones.
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