"Eso es como si fueran las 12 del día, usted no nota la diferencia", decía Carlos Aguilar desde afuera del Atanasio, a escasos pasos de una de las torres, las consentidas de la noche del estadio.
Anoche, Carlos paró un ratico el ejercicio. Y se puso a ver hacia arriba, desafiando el vértigo. Quería admirar esas luces que valieron un "bulto de plata y que van a ver a Nacional campeón", dice este hombre, trabajador de la salud e hincha del verde.
Adentro, el espectáculo fue más modesto que la impresión de Carlos. El encendido de las 240 luminarias que hacen parte del nuevo sistema que alumbrará el Atanasio, fue un acto que extrañó al alcalde de Medellín, Alonso Salazar Jaramillo.
Un inconveniente familiar dejó el honor en manos de gerente del Inder, Francisco Gutiérrez, quien junto a directivas locales pusieron en funcionamiento las luminarias.
"Para nosotros es una gran alegría dar este nuevo paso en la entrega del estadio. El sistema requirió de una inversión alta de dinero, y es para el disfrute de la ciudad", sostuvo Gutiérrez, acompañado del director de la sede del Mundial para Medellín, Víctor Marulanda, y del presidente de Nacional, Juan Carlos de la Cuesta.
Precisamente, De la Cuesta y su gente, serán los encargados de prender la fiesta, más allá de las luces. Mañana, a las 6:20 p.m., Nacional buscará ser el dueño de los reflectores con el título 11. Equidad quiere poner a brillar su primera estrella.
"Estamos contentos porque vamos a volver a jugar en la noche, que crea un condimento especial para el fútbol. Esta nueva iluminación, además de cumplir con los estándares internacionales, va a crear un mejor ambiente, sin sombras en la cancha y con más elementos para la fiesta", sostuvo De la Cuesta, con una pinta muy parecida a la de Carlos, el trotador de las afueras.
Doce minutos tardaron las luces en encenderse. Desde la primera bombilla, pasando por la torre de la esquina oriental-sur que demoró un rato para carburar, los reflectores quedaron a full y fueron marco para el evento. También hubo firmas sobre el trozo gigante de tela amarilla, parte del programa 'Mi país, mi bandera', que pretende una tricolor enorme para el Mundial.
Ese trozo si no lleva la firma de Carlos Aguilar. Él solo se contenta por ver que esos bombillos blancos hacen ver la noche como si fuera mediodía. "Muy berraquitos".
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