El Gobierno de Estados Unidos tomó ayer el volante de la complicada industria automotriz del país al forzar la salida del jefe de General Motors Corp (GM), Rick Wagoner, empujar a Chrysler a una fusión y amenazar con declarar en quiebra a ambas.
Los principales índices bursátiles de Estados Unidos se hundían porque la medicina para las automotrices era más agria que lo esperado.
"Lo que pedimos es difícil", dijo el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en una aparición en la Casa Blanca.
"Exigirá que los sindicatos y trabajadores que ya han hecho concesiones dolorosas hagan aún más. Requerirá a los acreedores reconocer que no pueden esperar interminables salvatajes gubernamentales", agregó.
En un intento para impulsar las ventas de autos desde sus mínimos de 30 años, Obama también ofreció su apoyo para un crédito impositivo que daría a los consumidores una deducción de hasta 5.000 dólares para entregar autos más viejos.
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