Una pesada sensación de estupor es la que deja el informe oficial de la comisión de Naciones Unidas, que investigó la muerte del abogado Rodrigo Rosenberg en Guatemala. Un crimen en el que, en su momento, se mencionó alguna responsabilidad del presidente del país, Álvaro Colom.
La comisión concluyó que, víctima de una grave depresión, Rosenberg planeó su deceso y contrató a los sicarios que le dieron muerte mientras iba en bicicleta.
El abogado no contempló el valor de su vida ni cuánto lo necesitaban sus hijos en un futuro y decidió renunciar a su bien más preciado a manos de otros.
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