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El hombre cibernómada, un sedentario incansable

Los términos del nomadismo se han trastocado. El hombre se planta como nómada y se desplaza como sedentario. Supera la limitante del tiempo y amplía la ley de espacio -ya no se rige por la parroquia local sino por la comunidad global-.

  • El hombre cibernómada, un sedentario incansable | Www.shutterstock.com |
    El hombre cibernómada, un sedentario incansable | Www.shutterstock.com |
29 de agosto de 2011
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Una mirada a la historia de las razas y de la evolución humana deja traslucir el fenómeno del nomadismo. Momentos y circunstancias en los cuales los hombres fueron 'conquistando' sus tierras hasta hacerlas sus espacios de vida, su 'hábitat'.

Es persona nómada quien al desplazarse de un sitio a otro no tiene sitio propio, ? lo busca. ¿Qué lo impulsa a ello? El afán de exploración y de conocimiento, de adaptación a nuevas experiencias. El nómada es hombre de mente abierta, es idóneo para crear cultura, llega a ser aprendiz y creador de formas de vida, es aventurero. Todo lo previo se mueve en dos polos: descubrir y consolidar.

Al ir y al venir de esas personas se asocian los esfuerzos por obtener estilos de vida, formas de subsistencia y organizaciones acordes. Es el germen de la vida política, social y cultural.

La vida del hombre actual está rodeada de un factor similar: los fenómenos de la comunicación lo tienen en condición de nomadismo, el hoy llamado "cibernomadismo", el que intenta acoplar la vida a la aldea global, el que identifica el nuevo domicilio de las personas con la ya familiar @ del correo electrónico.

Entonces: los términos del nomadismo se han trastocado. El hombre se planta como nómada y se desplaza como sedentario. Supera la limitante del tiempo -hoy todo es inmediato- y amplía la ley de espacio -ya no se rige por la parroquia local sino por la comunidad global-.

Estamos ante unos hombres convertidos en viajeros permanentes.

El nómada globalizado, como todo nómada, es un hombre poseedor de aventura. Gracias a ella es capaz de dejar su 'nido' para ?, viajar.

Será su encuentro con múltiples formas de vida, con visiones de mundo tan amplias como diversas, con horizontes de libertad sin limitaciones y sin limitantes. El sedentarismo ha agotado sus límites

Como todo viajero experimenta momentos de precariedad y de incertidumbre, adosados a la riqueza que percibe. La intensidad de los contenidos que detecta le conduce a las instancias de vacilación. Es el momento en el cual se sabe navegando en los mares insondables de internet mientras se pregunta: ¿este cúmulo de conocimientos cómo se analizan, por cuál de ellos se opta, cuáles son sus aportes concretos?, ¿cómo darles unidad y aplicación?

Es la pregunta cotidiana: ¿por acá sí es el camino? Es dilema propio de un nómada. Es la riqueza de los saberes vivida en la precariedad del itinerante, hoy sedentario.

Cuando el nómada llega a su estado de sedentarismo selecciona los objetos para su vida. Similitud reiterada se detecta en el mundo virtual: este nuevo nómada evalúa cada uno de los aspectos encontrados en su peregrinaje. No se trata de acogerlos por acogerlos ni de recibirlos a ciegas. Hacerlo sería un acaparamiento no racional. Discernir es ahora el oasis del viaje.

Como buen sedentario procede a filtrarlos, a pasarlos por filtros muy específicos. Valgan dos ejemplos: el del desarrollo personal, el del crecimiento en el conocimiento. Con ellos empieza a edificar sus nuevos espacios vitales.

El nómada errabundo ha visto desaparecer su brújula. El nómada virtual que no filtra los elementos de su viaje va a tientas. Son tantos los elementos descubiertos que le conducen a insospechado momento de riesgo, a ofuscar su visión. El norte de su brújula le señalará lo que da vigor a lo humano o al esfuerzo cognoscitivo y así, en la encrucijada de caminos, le señalará el norte del sendero planetario.

En el nomadismo sobreviven los mejor adaptados a sus eventualidades; en el nomadismo virtual sobrevivirán los más celosos buscadores y analistas.

No falta el riesgo del hipernómada. Anhela éste existir en el territorio planetario, sin fronteras, asociado al sueño de ubicar allí sus énfasis personales, democráticos, comerciales, religiosos, ideológicos y políticos que querrán imponer sus propios modelos. Frente a ellos el nómada sabrá que el sedentarismo lo requiere para no dejar de considerar que tiene los pies plantados en una tierra y que aquel exceso no tiene razón para convertirse en un vano espejismo desértico.

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