"Hoy termina la trayectoria criminal del último gran capo de la generación de los años 80", señaló el director de la Policía Nacional, general José Roberto León Riaño, luego que Daniel "el Loco" Barrera fuera entregado a agentes estadounidenses de la DEA para su judicialización por narcotráfico.
En el país norteamericano enfrentará los dos cargos que tiene en la corte del Distrito Sur de La Florida, por conspiración para fabricar, importar y distribuir cocaína.
También está procesado en las cortes del Sur y Este de Nueva York, por iguales delitos, y lo investiga el Departamento del Tesoro por lavado de activos.
Según el informe de la DEA, "de ser condenado, el acusado enfrentaría una máxima sentencia de cadena perpetua". En ese documento, fechado el 12/9/11, el director del FBI en Miami, agente especial John Gillies, acotó que la organización de Barrera era "responsable de distribuir toneladas de cocaína en E.U. y otros países".
"Se le sindica de enviar centenares de toneladas de cocaína al exterior, durante su actividad criminal de más de 20 años. En los años ochenta se inició en su actividad criminal como traficante de precursores químicos en Guaviare. A partir de allí, en su recorrido criminal fue realizando contactos hasta que logró ingresar a la banda criminal de Miguel Arroyave", dijo el general León Riaño.
Historia delictiva
Según investigadores de la Dirección Antinarcóticos, la carrera delictiva de "el Loco" comenzó en las cocinas cocaleras que el cartel de Medellín tenía en los Llanos Orientales en la década de los ochenta, bajo la égida del patrón Gonzalo Rodríguez Gacha ("el Mexicano").
Barrera habría aprendido no solo los secretos de los laboratorios clandestinos, sino los trucos para comercializar la mercancía. Por eso fue útil a la causa del paramilitar Miguel Arroyave y el narco Luis Agustín Caicedo ("Lucho").
Pero él parecía destinado al patronazgo y terminó liderando su propia estructura ilegal con redes en E.U., Europa y África, al decir del ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón.
Se convirtió no solo en el más perseguido de Colombia, con una recompensa de 5 millones de dólares, sino uno de los más buscados del planeta.
Las Farc, el Eln, "los Rastrojos", el Erpac y carteles mexicanos eran proveedores y clientes del excocinero, quien se sometió a tratamientos para modificar su apariencia y se quemó las huellas digitales para confundir su rastro.