"No eres responsable de la cara que tienes, eres responsable de la cara que pones".
Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo había una casa abandonada. Cierto día, un perrito logró meterse por un agujero, subió lentamente las viejas escaleras de madera y se topó con una puerta semiabierta; lentamente se adentró en el cuarto. Para su sorpresa, se dio cuenta que adentro de ese cuarto había 1.000 perritos más, observándolo fijamente como él los observaba a ellos. El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas. Los 1.000 perritos hicieron lo mismo.
Sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1.000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente.
Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró en el mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1.000 perritos del cuarto se sintió amenazado ya que lo estaban viendo de una manera agresiva.
Empezó a gruñir, obviamente vio cómo los 1.000 perritos le gruñían a él. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros 1.000 perritos le ladraron también.
Al frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía: La casa de los 1.000 espejos.
Todos los rostros del mundo son espejos. Decide cuál rostro llevarás por dentro y ese será el que mostrarás.
El reflejo de tus gestos y acciones es lo que proyectas ante los demás.
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