Hoy, sin embargo, es la oportunidad de pasar de la queja y el lamento a la acción correctiva. A la decisión de que, si se tiene un bajo concepto de la calidad de las instituciones y de sus protagonistas, se haga mediante el voto un acto de conciencia cívica y se elija a quienes no vayan a perpetuar una realidad ominosa. Realidad que también quienes no votan, o quienes votan por contraprestaciones inmediatas, son responsables de mantener.
Hemos visto una pobre campaña, plagada de discursos huecos, de retórica engañosa, de promesas descabelladas y que en vez de hacer propuestas que generen entusiasmo, se dirigían más a buscar enervar las bajas pasiones y elevar cuentas de cobro.
Una danza de miles de millones en pancartas y anuncios que reemplazaron el debate programático, mientras cientos de candidatos no cumplieron el deber de hacer visibles sus cuentas, el origen de la financiación de sus campañas, el respeto a los topes máximos legalmente fijados.
Las autoridades electorales, los organismos de control, e incluso la Fiscalía tendrán muchas tareas pendientes en el control de los dineros gastados (invertidos, dirán los políticos) y en la determinación del sobrepaso a los topes.
Se encontrarán los votantes también con la confusión de la pertenencia de sus candidatos a unos partidos diferentes a los que han representado en pasadas campañas. Hay candidatos que, en esta ocasión, se presentan por un cuarto partido distinto, después de saltar de aquí para allá, y pretendiendo que los sufragantes no se confundan ahora entre un rompecabezas de siglas, colores y números que desorientan hasta al más informado.
Casi todos hablan de renovación, de purificación de las costumbres, y lo hacen citando sus propios discursos de hace varias décadas, cuando ya eran dueños de la curul, ganada mediante ardua campaña o heredada por tradición familiar. Esta tradición de dinastías está aún presente. Si asumimos el voto como libre y democrático, en teoría no se puede reprochar que alguien quiera continuar la vocación de servicio público que ha visto siempre en su hogar, y que los ciudadanos lo apoyen. El problema comienza cuando del árbol genealógico-político se desprenden varias ramas procesadas o condenadas penalmente por la justicia.
Pero hay también buenas propuestas, buenos candidatos con verdadera disposición de servicio. Son aquellos que apuestan por la educación, por la salud, por el libre comercio, por la libertad de empresa, por la vigencia de los derechos fundamentales. Por la paz de la mano de la justicia y de una reconciliación sin humillación para las víctimas. Por el respeto a las Fuerzas Armadas aunada a la exigencia de transparencia y garantía a los derechos humanos. Por el fin de la impunidad. Y como hay candidatos así, no consideramos ni útil ni conveniente el voto en blanco.
Hoy todos somos responsables de nuestro futuro. Hoy todos decidimos qué país queremos. Delegamos la representación política, pero asumimos la responsabilidad de elegir bien. Un mal Congreso gira contra la conciencia, ante todo, de quien lo elige.
NO HAY CON QUIÉN. LA ÚNICA ALTERNATIVA ES EL VOTO EN BLANCO
Por GUSTAVO BOLÍVAR MORENO
Coordinador del Movimiento Ciudadano Manos Limpias
Nosotros constituimos el movimiento ciudadano hace tres años, a raíz de la corriente generada en España de los Indignados, que llenaron las plazas, protestaron... y si nosotros en Colombia tenemos un nivel de vida más bajo, pues con mayor razón teníamos argumentos para expresar nuestra propia indignación.
Desde el primer momento tuvimos claro que nuestra finalidad no era politizar el movimiento, que no acompañaríamos nunca ninguna candidatura, ni aspirar a ningún cargo. Antes de empezar a abogar por el voto en blanco, empezamos una campaña de desgaste a la clase política, a través del control social, mostrando los desmanes de los políticos, con la marcha de los antifaces, con los premios buitres carroña a la corrupción y a la politiquería, etc.
Creemos que el voto en blanco es la mejor tercería, aspiramos, en estas elecciones, a alcanzar entre millón y medio o dos millones de votos. Para las presidenciales, tenemos la aspiración de que sea mayoría. Si hay lugar a repetir las elecciones, también volveríamos a votar en blanco, porque hay que deslegitimar a todos los políticos que no merecen la aprobación del pueblo.
Definitivamente no hay con quién en estas elecciones. La única alternativa es la protesta del voto en blanco.