Bajo el influjo de un yerbatero cayó
Carlos Arturo Vargas en un sueño del que ya nunca pudo despertar. Familiares y amigos en el corregimiento Doradal, en Puerto Triunfo, le dieron ayer el último adiós a este carnicero, de 60 años, quien fue engañado por el curandero al que habría acudido para que le ayudara a deshacerse de sus preocupaciones y de paso de los kilos de más con que cargaba.
A las 5:15 a.m. del lunes, despertaron con fuertes cólicos los seis hijos y la esposa de Manzano, como conocían en el pueblo a Carlos Arturo; pero el carnicero yacía en la habitación sin señales de vida.
Manzano, propietario de una carnicería y una quesillería, era benefactor de la iglesia y el restaurante comunitario. Aquejado por una difícil situación económica y quebrantos de salud, habría buscado los servicios de este hombre, que se hacía llamar “el Llanero”.
Los ocho integrantes de la familia habían tomado un bebedizo que “el Llanero” les habría dado a las 9:00 p.m. del domingo, reveló una hermana de la víctima. Alhajas y todos los objetos de valor habían desaparecido de la casa, al igual que el yerbatero, tras el cual se encuentran ahora las autoridades.
No era la primera vez que Manzano trataba con el curandero, quien ya gozaba de credibilidad al atender con anterioridad a otras personas en Doradal, según coincidieron en señalar varios testigos de los hechos. El alcalde de Puerto Triunfo,
Santiago López, confirmó que el propio Vargas se encargó de tomar a su nombre una habitación en un reconocido hotel céntrico para que este se hospedara.
La desconocida toma que el hombre habría empleado para cometer el robo ocasionó en algunos de los hijos, además de dolores abdominales, un estado de agresividad, mientras que otros de ellos no podían hablar o coordinar sus ideas, comportamiento que recuerda el personal de turno en el centro de salud del corregimiento, donde fueron trasladados.
Los siete pacientes fueron remitidos al hospital de Puerto Triunfo y tras una nueva evaluación, dos de los jóvenes, de 16 y 23 años, trasladados al hospital San Vicente de Paúl, en Medellín, donde ayer permanecían en observación.