La fecha la tienen clara en la mente: el 5 de agosto de 2009 empezaron a sembrar en el antejardín. Intentaron con lechuga, repollo, zanahoria, coliflor, cebolla, remolacha y cilantro... querían probar de todo a ver qué pegaba.
Finalmente, se enamoraron del cilantro, dicen, porque los bichos no lo atacan tanto y es muy agradecido. Pero hoy también les apuestan a las aromáticas y hasta tienen un lugar reservado para un semillero.
Las eras en las que ponen su empeño están en las afueras de las viviendas de María Victoria Álvarez y María Isabel Arrubla, líderes de la idea. Pero, además, se les sumó Maritza Álvarez, su vecina en la Urbanización Las Cometas, en Robledo.
Sueños Verdes le pusieron a su proyecto, que las hace remover tierra, desherbar, tomar herramientas y apostarle al compostaje.
Ellas hacen parte del programa Ecohuertas Urbanas de la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín.
Sus ganas por ampliar esta propuesta las llevó a adecuar un lote contiguo a la urbanización que les cedieron en comodato para hacer un cultivo más grande y ya se han ido sumando más residentes.
Según afirman, no importa si el espacio es pequeño o grande, se trata de volver a la esencia, a la naturaleza, a ver cómo crecen sin químicos, de manera orgánica, esos productos que son vitales.
Según Juan Gonzalo Zea, coordinador de la iniciativa por la Secretaría; y Lina María Vélez, ingeniera agroindustrial de Portafolio Verde, entidad ejecutora del mismo, el año pasado se implementaron 27 ecohuertas y se fortalecieron 41 ya existentes en diferentes comunas del municipio.
Además, sensibilizaron a unas 8.485 personas a través de talleres, actividades lúdicas y pedagógicas y recorridos urbanos.
"Se ha reducido significativamente el volumen de las 'basuras' que son llevadas a los diferentes rellenos sanitarios, lo que ha contribuido al mejoramiento del medio ambiente", aseguran.
Más de 12 toneladas mensuales de residuos sólidos orgánicos son aprovechadas por las familias del programa en mejoramiento de suelos para la siembra.
Hasta relaja
María Victoria, María Isabel y Maritza venden sus productos entre los vecinos y reservan unos para el consumo de sus hogares, en donde mejoraron la nutrición al sumarle verduras frescas, cultivadas por ellas mismas.
Al principio, recuerda María Victoria, se asomaba por la ventana que da al antejardín cada cinco minutos, pendiente de las plantas. "¡Por si algo había cambiado!".
La primera cosecha de sus productos, que obtuvieron entre octubre y noviembre, no la vendieron sino que la regalaron para que sus potenciales clientes probaran.
Las capacitaron en temas como la fumigación orgánica, los tiempos de cosecha y montaje y sostenimiento de compostera y lombricultivo.
El proyecto se viene ejecutando desde el 2004 como Solares Ecológicos. Luego, cambió de nombre a Ecohuertas Urbanas.
"Desde hace dos años se fortalecen por solicitud de la comunidad a través del programa Planeación local y presupuesto participativo", manifiestan Juan Gonzalo Zea y Lina María Vélez.
Esta experiencia, agrega Maritza, es muy gratificante. "Es una terapia. Remover la tierra lo relaja a uno".
En el lote grande tienen hasta yuca, papa criolla, chócolo, tomate y, claro, cilantro. En sus casas, recogen los desechos orgánicos y los llevan a la compostera para obtener abono, en una cultura que ya se ha ido extendiendo entre vecinos.
Desde la Urbanización Las Cometas se observa una panorámica de la ciudad. Pero la ecohuerta tiene el poder de trasladar a lo rural. Huele a campo.
"Esto se puede hacer en cualquier pedacito de tierra, en materas. Se trata de querer", dice María Victoria.
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