Aunque estaban anunciadas para este fin de semana, las excavaciones en la tumba indígena hallada la semana anterior en el barrio La Colinita no pudieron iniciarse, pues una acción judicial de la propietaria de la vivienda del hallazgo impidió que el grupo científico penetrara en la fosa.
El arqueólogo e ingeniero ambiental Pablo Aristizábal, consultor de la Alcaldía de Medellín y quien encabeza el equipo investigador que determinará el valor de lo hallado en la tumba indígena perteneciente a los Aburraes, antiguos pobladores de Medellín antes de la llegada de los españoles, tenía planeado aprovechar el puente para emprender las excavaciones.
"Vamos a trabajar todo el puente y continuaremos la semana entrante. Nos hemos demorado toda la semana para preparar un proyecto con la más alta calidad científica", fue el anuncio de Aristizábal, que el sábado vio frustrada su intención de iniciar trabajos cuando un abogado, representante de la propietaria del predio solicitó una orden oficial, toda vez que la fosa está ubicada exactamente debajo de una vivienda.
Se espera que mañana se pueda arrancar con las exploraciones, que darán claridad sobre el valor histórico y patrimonial del hallazgo, en el que inicialmente se contaron volantes de huso y piezas de cerámica para hilar algodón, lo que sugiere que se trataría de restos de indígenas dedicados a la textilería y no de caciques o nativos de alto rango.
"No hay riquezas de oro, ya que el estatus o jerarquía de quienes yacen en las tumbas es marcado por la cantidad y calidad de volantes de huso", precisó Aristizábal. En la tumba se hallaron también piezas dentales, tal como los tiene registrados en su cámara Aracelly González, habitante en arriendo de la casa bajo la cual está la tumba.
Cambiando rutinas
Pero más allá del hallazgo arqueológico, la rutina de La Colinita en la calle 10 sur con carrera 54, donde está la fosa, ha cambiado. Y ya se tejen mitos: "Este barrio es todo un cementerio indígena, encima están nuestras casas", comenta Libet Montoya, que lleva 35 años viviendo en la cuadra.
"Por acá hay gente muy vieja que tiene más datos, hay un señor que ha visto indios parados ahí", apunta otra señora señalando la tumba. Otra se echa la bendición. Aracelly dice que no se mete en nada porque ella solo paga arriendo, pero asegura que bajo su cama está la caverna.
"Yo pensaba que era un hueco que se iba a tragar la casa y llamé al Dapard hace tres meses, pero ni imaginaba que era una tumba indígena", comenta mientras observa en su cámara, como un tesoro, las fotos del hueco y de los objetos extraídos por los exploradores que inicialmente ingresaron a investigar.
Ayer, a falta de excavación, los vecinos gozaron con la historia. "Donde sigan diciendo que acá hay oro vienen y tumban esta casa, menos mal la Policía vigila de noche", advirtió Aracelly.
Apoyado en un bastón, un anciano de la cuadra sonríe con un grupo de señoras que, a partir del hallazgo, la abrocharon su apodo: "no lo busquen más, este es el indio, tómenle la foto", dijo una vecina.
Otro veterano dijo tener la cosa clara: "lo único de uno son los muros, pero pa"bajo todo es del Estado".
El arqueólogo Aristizábal advierte el riesgo que se correría de no asumir con seriedad y urgencia esta investigación.
"La Colinita es el cementerio más importante del Valle de Aburrá según la calidad de las tumbas y los ajuares que se han reportado", concluye.
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