No lo veía hace 19 años. Por eso, cuando lo colgó no se atrevió a acercarse. Su papá era tendero y Fredy Serna , cuando era estudiante, a veces le ayudaba. Ese cuadro cuenta la tienda de su papá. Lo pintó con las cajas de gaseosa, con la nevera, con los colores.
Fredy no veía esa pintura hace 19 años, aunque guarda el dibujo, en lápiz, que pintó en 1989 y que está detrás del cuadro en la exposición Retrospectiva, en el centro de artes de la Universidad Eafit. La tienda ha sido un producto suyo, muy personal, muy íntimo. Lo mismo que pasa con la ciudad.
Fredy es un artista de emociones. De miradas. “La mejor manera de definirlo es que recuerden que soy paisajista porque mi mamá era ama de casa y jardinera, y siempre me recordaba la menguante y las lunas llenas, y urbano por mi papá que era tendero y albañil”.
La ciudad ha sido su objeto. La ha pintado tantas veces y de tantas formas. Es la misma que mira desde su casa, ahí en el barrio, ahí por El Picacho, en la comuna 5. Es esa ciudad que ve por la mañana y por la tarde y por la noche. “Yo creo que nunca es la misma. En los 90 yo tenía una ciudad que sufría y que me dolía mucho, pero siempre pensé que era posible un futuro mejor. Ahora disfruto viviendo en mi barrio porque podemos caminar, tenemos parques bibliotecas, lugares hermosos. Sigue existiendo una tensa calma, pero por lo menos la gente cree en ella y cree en el barrio”.
Fredy descubrió la montaña que tanto pinta en los 90, cuando estudiaba Artes Plásticas y estaba en ese ejercicio de sensibilización artística. Fue la primera vez que vio dos calles, vio la montaña y se preguntó: ¿será por aquí? Y por ahí fue.
Ese cuadro también está. Él lo guardó celosamente y estos días lo rescató del comején, lo limpió y se lo propuso a Alberto Sierra , el curador.
Es el primero que se ve cuando se entra a la muestra. “Recuerdo esa mañana. Es que cada cuadro tiene su historia y algunos son como el recuerdo de un instante preciso. Eso era el 91, después de esa violencia del 89 y 90. Recuerdo que la ciudad amanecía sin luz, porque Gaviria nos puso a madrugar. En algunos cuadros yo veo el amanecer y disfruto de ese encendido de luces. Es muy extraño porque esa obra es, precisamente, esa ciudad sin luz”.
Fredy pinta la ciudad. La misma. La otra. También hace los bastidores (“cómo no voy a tener bursitis si yo miro los bastidores y, pues, yo los hice todos”) y la pintura, porque la del mercado no le sirve y la que le sirve es costosa. Igual, le gusta la cocina de la pintura.
Casi siempre ha pintado en acrílico. Ahora, las que hizo del Picacho, al temple. Estaba buscando una técnica más amable. “El acrílico es rudo, para pintar escuchando Metallica y Pantera, y yo ahora escucho Tom Waits . “La pintura tiene sus ritmos”. Además han pasado los años. Solo es mirar los cuadros. Los tantos cuadros colgados, de los tantos años pintando.
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