Maxi Sopo llevaba la vida soñada de un fugitivo internacional: pasaba momentos relajados en las playas de Cancún durante el día, y salía de fiesta a las discotecas en las noches.
Luego, tomó dos decisiones no muy sabias para alguien que está huyendo de las autoridades: empezó a actualizar su página de Facebook con mensajes sobre cuánto se estaba divirtiendo, y luego agregó a un ex funcionario del Departamento de Justicia a su lista de amigos en la red social.
Por esa falta de mesura, el joven camerunés de 26 años está ahora en una cárcel de la Ciudad de México, donde espera ser extraditado a Estados Unidos para enfrentar cargos por fraude bancario. Los fiscales federales dicen que Sopo y un cómplice obtuvieron más de 200.000 dólares de manera fraudulenta de bancos y cooperativas de crédito del área de Seattle.
"Estaba publicando mensajes sobre lo hermosa que es la vida y cómo la estaba pasando bien con sus amigos", dijo el vicefiscal federal Michael Scoville, quien participó en la búsqueda de Sopo. "Definitivamente, no estaba viviendo de la manera que queríamos que viviera, dados los cargos que enfrentaba".
Aún en el mundo de revelaciones que son las redes sociales en internet _donde la policía busca a menores de edad consumiendo alcohol en fotos de Facebook o a protagonistas de disturbios en videos de YouTube_, es raro que un fugitivo ayude tanto a los investigadores.
Sopo escribía en sus actualizaciones que estaba "viviendo en el paraíso".
"La vida es muy simple realmente!!", escribió el 21 de junio. "Pero algunos de nosotros, los humanos, la volvemos un lío... Recuerden que sólo estoy aquí para divertirme, fiestaaaa".