- El magnicidio estremeció al país y con su muerte quedó el legado.
- Fue uno de los grandes impulsores del proceso de paz en Urabá.
- El 4 de julio de 1989 fue asesinado Antonio Roldán Betancur.
Por
Rafael González Toro Medellín
La primera piedra del nuevo templo de Briceño, por equivocación, quedó firmada con fecha del 4 de julio de 1989. Sin embargo, la inauguración de la obra se hizo un mes antes.
Ante la falla cronológica, el sacerdote del municipio le pidió excusas al gobernador Antonio Roldán Betancur, quien realizaba, sin saberlo, la última visita a su pueblo natal.
"Tranquilo padre que algún significado deberá tener", expresó el mandatario.
Y sí que significaría algo el 4 de julio de 1989. Ese día, a las 7:45 de la mañana el gobernador Antonio Roldán Betancur, Toño para sus familiares y amigos, murió cuando se desplazaba hacia su despacho en La Alpujarra. Iba a pronunciar, en la Lectura del Bando, un discurso por la paz.
Un carro bomba, instalado en la calle 47 D con carrera 72, en el sector del Estadio, acabó con la vida de unos de los más grandes líderes que dio Antioquia en el siglo pasado.
Ese día el país, sumido en una profunda consternación, vio como se diluía la vida del líder. Colombia también comprobó que desde ese momento el legado de Antonio Roldán Betancur se fortaleció como la roca más firme.
Esa roca empezó a tomar vigor desde los seis años cuando la familia, de 12 hijos, comandada por dona Inés Betancur arribó, procedente de Briceño, al barrio La América en 1955. Tres años atrás don Ángel, el padre, había fallecido.
Las paredes amarillas de los salones, los empinados escalones y los compañeros de aula en la escuela Cristóbal Colón fueron los primeros testigos de la alegría y el empuje del pequeño Antonio.
Llegó a Medellín Un año después la familia se trasladó al barrio Fátima. Allí, a pesar de ser bastante joven, mostró su talante de líder.
"Por su carisma, alegría y compromiso todos le ponían atención. Era amigo de todos", recuerda Jesús María, su hermano.
Tras cursar el resto de la primaria en la escuela Pedro Olarte Sañudo, ingresó al Liceo Antioqueño. El ejemplo de Arturo, su hermano mayor, y su amor por la gente lo condujeron hacia la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.
Se graduó en 1971. Hizo el rural en Betulia y un año después se desplazó hacia Urabá. Allí su hermano Arturo le sembró para siempre el amor por esas tierras. Un afecto que cultivó y conservó toda su vida. Laboró en el Hospital Regional de Urabá, que hoy lleva su nombre.
Dos años más tarde fue alcalde de Apartadó. Desde allí impulsó grandes obras de progreso para la región.
"Por esos días emprendió una cruzada para pacificar la zona. Quería tanto esas tierras que hizo de Urabá su segunda patria chica", expresa Alfonso Núñez Lapeira, uno de sus amigos más cercanos.
Su personalidad alegre, directa y bondadosa hizo que fuera admirado de manera rápida por los habitantes.
Sin tapujos el ex gobernador expresó "en Urabá continuarán todas las acciones tendientes a lograr la armónica relación entre todos sus estamentos para una productividad en paz y en bien de todos".
Después fue concejal de Apartadó, gerente de Corpourabá, director de Coldeportes Antioquia, gerente de la Fábrica de licores de Antioquia.
A finales de 1979 se encontró con su gran amigo y compañero de luchas, Alfonso Núñez Lapeira en el Consejo Directivo de Comfamiliar Camacol. Los dos en veredas políticas distintas, Roldán Betancur era liberal y Núñez Lapeira, conservador; impulsaron la región bananera sin ahorrar esfuerzos.
La paz, su bandera En Urabá, de la mano del también inmolado monseñor Isaías Duarte Cancino, por ese entonces Obispo de Apartadó, abonó los caminos de convivencia para que la paz floreciera en la región.
"Toño tenía un concepto del cumplimiento del deber y la amistad ejemplares. El legado más importante es haber propiciado la paz en Urabá, estandarte que después continuaron otros gobernadores", afirma Núñez Lapeira.
El 12 de agosto de 1983 contrajo matrimonio con Gloria Alzate y un año más tarde nació su hija Natalia.
Apasionado por el deporte fue vicepresidente de Federación Colombiana de Ciclismo y director de la vuelta a Colombia. Además, el amor por el fútbol, en especial por el Atlético Nacional, lo llevó a ser presidente del cuadro verde.
Suspendió su actividad en Nacional para hacerse cargo de los compromisos profesionales de su hermano Arturo, quien fue asesinado en Apartadó el 24 de agosto de 1985.
Fue diputado de la Asamblea de Antioquia, miembro de la junta directiva de la Fábrica de Licores de Antioquia, presidente del Consejo Superior de la Universidad de Antioquia, jefe del Servicio Seccional de Salud de Antioquia.
Un sueño cumplido El 22 de agosto de 1988, Toño, el mismo niño que recorrió los corredores de las escuelas Cristóbal Colón y Pedro Olarte Sañudo cumplió el sueño que forjó desde siempre: juró como Gobernador de Antioquia encargado.
"Era muy descomplicado. Los escoltas tenían que correr detrás de él porque se ponía a hablar con cualquier persona sin importarle su condición social. La gente lo amaba", sostiene Luz Miriam Rey, una de sus grandes amigas.
Desde ahí emprendió una frenética carrera de visitas a los municipios de Antioquia.
En agosto de 1988 nació daniela, su segunda hija y tres meses más tarde fue nombrado Gobernador en propiedad. De ahí en adelante impulsó y entregó cientos de obras a la población.
Su visión regional de Antioquia le permitió activar el Plan Agroindustrial del Nordeste, avanzar hacia la industrialización del caucho y descentralizar la educación superior.
Además, llevó la televisión a Urabá. Impulsó la agroindustria cafetera, la actividad minera, la reforestación, entre muchas otras iniciativas.
Su amor por el Atlético Nacional hizo que, desafiando las medidas de seguridad, viajara al Campín de Bogotá y se mimetizara entre los hinchas para ver campeón de la Copa Libertadores a su equipo.
"La alegría que le dio asumir el cargo de gobernador fue impresionante. Estaba muy feliz desempeñando el cargo. No paraba de trabajar", dice Rosa, su hermana.
Después de 11 meses de manejar los destinos de Antioquia llegó el día del atentado.
"Había un dinero para comprar un carro blindado y él, en su afán de servir, lo destinó para adquirir ambulancias", comenta Luz Miriam Rey.
Un cuarto de hora antes de las 8:00 de la mañana, del 4 de julio de 1989, el vehículo fue impactado por la explosión de 150 kilos de dinamita. El Gobernador, de 43 años, y cinco personas más, murieron en lugar.
"Nadie tiene derecho a destruir a nadie. Ni a convertir su propio rostro en un puñado de ceniza. Es preferible caminar a oscuras que alumbrar nuestros pasos con la luz de un arma, y es mucho más honrado y soportable el peso de la noche en las espaldas, que el peso del cadáver de un hombre asesinado por otro hombre", decía el texto que iba a pronunciar en la Lectura del Bando, pero a Antonio Roldán Betancur no lo dejaron llegar.
El del Gobernador, un proceso plagado de interrogantes Tras la muerte de Antonio Roldán Betancur los organismos de seguridad del Estado manejaron dos hipótesis sobre los autores materiales e intelectuales del asesinato.
En enero de 1993, según las pesquisas y los relatos de las personas capturadas, un juez sin rostro de Medellín dictó una resolución acusatoria contra José Santacruz Londoño, miembro del Cartel de Cali, vinculándolo como autor intelectual del crimen.
De acuerdo con los testimonios que reposan en el expediente, algunos de los autores materiales del atentado dijeron que Santacruz Londoño había realizado el atentado para inculpar a Pablo Escobar Gaviria, debido a la guerra entre carteles.
Sin embargo, el 19 de agosto de 1993 la Fiscalía confirmó una información acerca de que el atentado se cometió debido a una confusión de los sicarios. Según esa noticia, los criminales que iban a matar al coronel Valdemar Franklin Quintero, quien murió días después, se confundieron al paso del vehículo Mercedes Benz blanco en el cual se movilizaba el Gobernador.
Como autores materiales fueron sindicados: Luis Carlos Ferrer Higuita, Héctor Iván Vargas Giraldo, Fabio Eduar Gómez Arango y Antonio José García Cano y Francisco Javier Barrera Galeano.
Los mencionados fueron absueltos por un Juez Regional, pero el 22 de septiembre de 1998 el Tribunal Nacional revocó la absolución y los condenó a 23 años de prisión por homicidio con fines terroristas, concierto para delinquir y daño en bien ajeno. Tras las muertes de Santacruz Londoño y Escobar Gaviria los procesos e investigaciones en su contra precluyeron.
En la actualidad sólo se encuentra detenido Luis Carlos Ferrer Higuita, quien purga una pena de 22 años y 9 meses en la cárcel de La Dorada (Caldas). El proceso reposa en el Juzgado Segundo de Ejecución de Penas de Medellín.
La Fundación hace perdurar su imagen Después de su muerte varios amigos del Gobernador crearon la Fundación Antonio Roldán Betancur para mantener vivo su recuerdo. La Fundación realiza eventos especiales y recoge donaciones para las instituciones que llevan su nombre en Medellín y Antioquia. En los próximos días, la entidad,publicará un libro compilatorio del pensamiento del Gobernador. El 6 de julio, a las 10:00 de la mañana, se celebrará en el auditorio de Indeportes Antioquia una eucaristía para conmemorar los 15 años de su muerte.