Las opiniones sobre lo que le está sucediendo al presidente de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, se encuentran divididas entre quienes piensan que el mandatario está gravemente enfermo, y aquellos que creen que su ausencia no es más que un ardid (muy propio de los gobiernos comunistas), al que tuvo que recurrir por el dramático descenso de su popularidad como consecuencia de las gravísimas dificultades que, por culpa de su mal gobierno, están padeciendo en su país.
Personalmente pienso que las dos hipótesis son válidas y que el adalid de Sabaneta de Barinas, no solamente está enfermo, sino que, al mismo tiempo, requería con urgencia de un mecanismo que le ayudara a distraer la atención de los múltiples y delicados problemas por los que atraviesa Venezuela (conflicto carcelario de El Rodeo, crisis eléctrica, desabastecimiento alimentario, etc.).
Y, de paso, que dicho mecanismo le sirviera como plataforma de lanzamiento para la campaña a las elecciones presidenciales de 2012.
El presidente Chávez está enfermo y no propiamente de una gripa de esas que últimamente le dan con regularidad, ni tampoco, que se trate uno de esos escatológicos males estomacales que recurrentemente menciona en su programa dominical, Aló Presidente.
Los quebrantos de salud del presidente Chávez son serios, bastante más de lo que confiesan sus colaboradores y voceros oficiales, o de lo contrario, no se habrían visto obligados a bloquear la información como lo han hecho, ni tampoco, habrían tenido que recurrir a Cuba para que lo operaran.
El problema no es tan sencillo como lo pintan y el asunto del tal absceso pélvico no es más que parte de la enfermedad, mejor dicho, es la consecuencia de una dolencia mayor en alguno de los órganos de su cavidad pélvica, que previamente tuvo que ser intervenido.
Sin embargo, el hecho de que esté seriamente afectado, no quiere decir que, una vez la enfermedad esté más o menos controlada, cosa que esperan hacer sin mayores contratiempos en los próximos días, el presidente Chávez, no pueda seguir gobernando y, al mismo tiempo, hacer una moderada campaña para las elecciones presidenciales de 2012, con miras a dejar todo preparado para que la Revolución Bolivariana y el Socialismo del Siglo XXI, puedan continuar después de su obligado retiro.
Por esa razón pienso que, aunque les conviene seguir manejando cierta dosis de mutismo y de misterio con el fin de que la reaparición pública del presidente Chávez, prevista para el próximo 5 de julio, día en el que se celebrará el Bicentenario de la Independencia de la República Bolivariana de Venezuela, sea apoteósica, también van a tener que hacer todo cuanto esté a su alcance, para impedir que se le pueda ver como un hombre debilitado.
El adalid de Sabaneta de Barinas tiene que ser mostrado como un súper héroe, como un hombre capaz de vencer cualquier dificultad, para que todos queden convencidos de que hay Chávez para rato.
Empero, la lección que debe quedar de este episodio es que el pueblo venezolano se percate de los graves inconvenientes que tiene un régimen político que descansa, exclusivamente, en cabeza de un individuo.
Y, para aquellos que pertenecen a la oposición, que en vez de seguir antagonizando, aprovechen esta valiosa oportunidad para que se presenten a las elecciones con un solo candidato y con un dinámico programa alternativo.
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