Tuvieron que pasar 37 años, desde la primera demanda, para que alguna institución con suficiente poder en el mundo frenara la caza japonesa de ballenas. Desde 1977 la excusa nipona para la caza era que la hacían con "fines científicos".
La Corte Internacional de Justicia consideró que en la práctica Japón realiza una caza "poco transparente" y "no razonable en relación a sus objetivos". Y es que por temporada dicho país mata alrededor de 950 ejemplares.
Si bien el fallo de la CIJ, de prohibir a los buques japoneses cazar ballenas en el Antártico bajo la excusa "científica", no se trata de una medida que asegure de forma definitiva el fin de la nefasta práctica, es un avance considerable y digno de aplauso.
Así lo cree la delegada del gobierno colombiano ante la Comisión Ballenera Internacional, Sandra Bessudo.
"Colombia recibe con complacencia que se tomen medidas contundentes contra la mal llamada cacería científica de Ballenas. Que bajo el pretexto de realizar investigaciones, realmente está atentando contra un gran número de ellas en la Antártida. Como todos sabemos, estas mismas ballenas son las que vienen a aguas colombianas y durante cuatro meses del año se reproducen y tienen sus crías", dijo a El Colombiano.
Bessudo enfatiza en que ya no existe necesidad de matar ballenas para supuestos estudios. "La investigación científica hoy día no requiere de métodos letales o dañinos, y puede permitir que las ballenas vivan como una fuente de ingreso para las comunidades costeras, por medio del avistamiento responsable. Esta incluso es una iniciativa del gobierno nacional, para que nuestras comunidades puedan tener una alternativa productiva durante los meses de avistamiento", añadió.
El portavoz de la delegación japonesa en La Haya, Nori Shikati, dijo a Efe que su país acataba el fallo a pesar de estar "decepcionado". Para Bessudo, esa decepción tendrá que cambiar, porque "se trata de un tema cultural".
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